El las mujeres histéricas regularmente empeora el cuadro clínico y no hay signos de curación alguna. El polimorfismo clínico de la histeria es inabarcable: desde las contracturas musculares, dolores cervicales, lumbalgias, mareos, nauseas, desmayos, dolores de cabeza, de ovarios, parálisis motoras, anestesias, cegueras, sorderas, el bolo histérico que produce una sensación de estrangulamiento en la garganta, vértigos, cefaleas, migrañas y todo tipo de dolores, algunos de ellos tipificados de manera muy significativa, como el denominado “dolor de muelas de la noche de bodas”; trastornos relativos a los productos salidos del cuerpo: la orina o las heces, trastornos de la regla, trastornos de la alimentación y tantos otros, cuya lista nos llevaría mucho tiempo escribirla.
Lo curioso es que ante semejante variedad de padecimientos y descontrol de las funciones vitales del cuerpo, la medicina, desde sus orígenes hipocráticos, haya planteado una sola causa: "La existencia de un útero migratorio que se desplaza por todo el organismo en busca de una ‹‹satisfacción sexual›› que no se le está dando".
Desde la perspectiva actual esta teoría nos parece directamente delirante; sin embargo, en ella se intuyen varias cuestiones fundamentales: "Toma el desorden del cuerpo como la expresión de un deseo sexual", poniendo el acento en la insatisfacción erótica.
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