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"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

viernes, 9 de diciembre de 2016

La mujer siente mayor compromiso afectivo en la relación de pareja.

La primera relación de los infantes de ambos géneros con la madre determina significativamente la capacidad posterior del infante para la excitación y el deseo eróticos en la vida adulta.
Los cuidados de la madre (bañar, asear, acurrucar, etcétera) estimulan físicamente la superficie corporal del infante junto con la expresión facial que ella le brinda y le comunica emocionalmente su amor a él, todo esto provoca que se fomente el deseo erótico del niño o la niña, que se identifica con la madre mientras ésta lo estimula, pero asimismo el éste se siente abandonado cuando su progenitora lo desatiende para volver al padre como mujer sexual. Los infantes se dan cuenta de que la actitud de la madre cambia cuando el padre está presente.
Karl Mueller-Braunschweig y Michel Fain atribuyen un papel crucial al alejamiento psicológico de la madre respecto del infante. Es en ese momento cuando el infante se identifica con la madre que frustra pero estimula, con la estimulación erótica de ella, y con la pareja sexual —es decir con el padre como pareja de la madre—. Esta identificación del infante con ambos progenitores proporciona el marco básico de una bisexualidad psíquica, y consolida la situación triangular en la fantasía inconsciente del niñ@.
Ahora bien, en el niño varón, el reconocimiento de esta frustración y de la censura implícita de su deseo erótico por la madre transforma la estimulación erótica en fantasía y actividad masturbatorias, que incluyen el deseo de reemplazar al padre, y en la fantasía simbólica primitiva de convertirse en el pene del padre y objeto de deseo de la madre.
En cambio, con la crianza de la niña, la madre tiene un sutil e inconsciente rechazo a su propia excitación sexual, que ella experimentaría más libremente con el hijo varón durante los cuidados maternos; con esta actitud la progenitora inhibe poco a poco la percatación directa por la niña de su genitalidad vaginal original; por lo tanto la niña va perdiendo gradualmente conciencia de sus propios impulsos genitales, mientras también la frustra la discontinuidad en las relaciones con la madre, aunque de un modo menos indirecto.
La identificación con el erotismo de la madre asume formas más sutiles, derivadas de la tolerancia materna, alentadoras de la identificación de la niña con ella en otras áreas. La niña tiene una comprensión tácita de la naturaleza "subterránea" de su propia genitalidad, y su identificación con la madre, que se profundiza, también fortalece su anhelo del padre y su identificación con ambos miembros de la pareja edípica.
El cambio de objeto de la niña, que pasa de la madre hacia el padre (Complejo de Edipo), determina su capacidad para desarrollar una relación afectiva profunda (inconsciente) con el padre amado y admirado pero al mismo tiempo distante, y la secreta esperanza de ser finalmente aceptada por él y liberarse una vez más para la expresión de su sexualidad genital. Este desarrollo promueve la capacidad de la niña para comprometerse emocionalmente en una relación afectiva tanto a nivel consciente como inconsciente. ‹‹En consecuencia, la capacidad de la mujer para ese tipo de compromiso en su vida sexual y sentimental es mayor que la del hombre desde el principio››.
La explicación reside en el temprano ejercicio de confianza, en el volverse de la niña desde la madre hacia al padre, en el amor y la afirmación "a distancia" por parte de él de la feminidad de ella, en la capacidad de ella para transferir sus necesidades de dependencia a un objeto físicamente menos accesible que la madre, y también, en virtud del mismo cambio de objeto, en el escape de la niña de los conflictos preedípicos y la ambivalencia respecto de la madre. Los hombres, en quienes la continuidad de la relación al pasar de la madre a objetos femeninos ulteriores significa una perpetuación potencial de los conflictos preedípicos y edípicos con la madre, tendrían una mayor dificultad con la ambivalencia respecto de las mujeres, y presentarían un desarrollo más lento en la capacidad para integrar sus necesidades genitales con sus necesidades de ternura. En cambio las mujeres tienden a desarrollar su capacidad posterior para una relación genital completa en el contexto de su capacidad previa para una relación amorosa profunda con un hombre. En síntesis, hombres y mujeres desarrollan en un orden inverso su capacidad para el goce sexual pleno y para una relación afectiva profunda y comprometida.

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