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"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

viernes, 16 de diciembre de 2016

Continuum...

El intento de ordenar las observaciones clínicas con la finalidad de facilitar la obtención de más conocimiento entronca con todos los esfuerzos históricos desde la aparición de la «psiquiatría». De hecho, los primeros descubrimientos freudianos que inician y fundamentan la práctica y la teoría psicoanalíticas (sexualidad infantil, desarrollo «psicosexual», teoría de lo inconsciente, transferencia) vienen a ser observaciones, nociones y conceptos que rellenan lagunas del conocimiento, de forma que lo que parecían ser estados aislados e inconexos (neurosis por una parte, psicosis por la otra) empiezan a aparecer como estados que, aunque aislables en un momento dado, pueden concebirse dentro de un continuum* que abarca todos los avatares individuales del desarrollo —desde la primera infancia hasta la edad madura— y todas sus posibles y diversas manifestaciones psicopatológicas. Así, por ejemplo, el descubrimiento de la importancia condicionante y determinante de las experiencias infantiles rellena las lagunas que se habían creado entre los estados psicopatológicos observados en la edad adulta y sus precedentes infantiles, al igual que la noción de inconsciente dinámico rellena lagunas que creaban la apariencia de discontinuidad entre los funcionamientos mentales conscientes del adulto y los funcionamientos mentales infantiles que, consciente o inconscientemente, persisten en la edad adulta.
El continuum se extiende diacrónicamente desde la infancia a la edad adulta y sincrónicamente, desde lo inconsciente a lo consciente. Es de suponer, pues, que también existe un continuum entre la salud y la enfermedad y que la ilusión de que la enfermedad mental irrumpe como algo extraño a la persona es tan sólo el producto de lagunas en nuestro conocimiento de los procesos mentales, especialmente de los inconscientes. Estas lagunas se han rellenado a lo largo de la historia echando mano de racionalizaciones y de mitos populares —los espíritus, el demonio, la magia o el pecado, por ejemplo— y también con reduccionismos biologistas o psicologistas que van desde la teoría hipocrática de los humores hasta las serotoninas, catecolaminas y neurotransmisores de la actualidad científica o desde el instinto de muerte hasta el trauma del parto.
««Todas las racionalizaciones tienen algún elemento de realidad, aunque, cuando son excesivas, generalmente por exceso de entusiasmos ideológicos, se hace evidente su vocación totalitaria»».
El diagnóstico y el tratamiento que siguen el modelo estrictamente médico tradicional tienden a dejar insatisfecho el deseo de comprender y corren el riesgo de limitar el conocimiento mental a un conocimiento descriptivo-taxonómico, aunque hay que tener en cuenta que este tipo de conocimiento constituye el primer nivel de todo conocimiento en cualquier ciencia y no es despreciable sino más bien totalmente necesario, puesto que la descripción es el primer paso hacia la diferenciación, la clasificación y la comprensión. En psicopatología la diferenciación fundamental sigue siendo la que se establece entre neurosis y psicosis, basada todavía en el criterio o juicio de realidad, o sea, en la capacidad mental de discernir entre la realidad subjetiva (fantasía, en general) y la realidad objetiva, capacidad que estaría relativamente conservada en las neurosis y más perturbada en las psicosis. La pérdida de esta capacidad de diferenciar la realidad interna de la externa conlleva también una difusión o confusión de los límites del Self (sí mismo) respecto de los límites del objeto (el no self, el otro), característica que también es consustancial a la diferenciación entre neurosis y psicosis. Pero esta diferenciación sólo está clara en los casos extremos y cuando se refiere a la percepción de la realidad, evidentemente trastornada en las psicosis en cuanto a la percepción en sí (alucinaciones) o en cuanto al significado de lo percibido (delirios); en cambio, si se refiere a lo que los existencialistas han llamado «vivencia» (entendida en el sentido de cómo se vive la realidad), que incluye todo aquello que es emocional —que se refiere a los afectos y los sentimientos y a sus efectos en la personalidad y en la relación, aparte de introducir el concepto de significado— ya no está tan clara, puesto que en este nivel vivencial la percepción de la realidad está perturbada también en las neurosis.
* Continuum se refiere a la idea de que, para alcanzar un óptimo desarrollo físico, mental y emocional, los sujetos —especialmente los bebés— necesitamos vivir las experiencias adaptativas que han sido básicas para nuestra especie a lo largo del proceso de nuestra evolución.

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