El sujeto que se encuentra en el punto de inflexión* hacia la posición depresiva (en el umbral de la posición depresiva, como le llama Donald Meltzer), por ejemplo, está situado entre la posición esquizoparanoide y la depresiva, pudiendo oscilar psicopatológicamente entre la organización defensiva esquizoide o narcisista y la depresiva, lo que correspondería a un cuadro clínico de tipo «fronterizo». En esta línea de desarrollo de la relación objetal los movimientos de regresión se realizan en un sentido evolutivo normal hacia posiciones u organizaciones defensivas evolutivas (como ocurre en el esquema freudiano con las fijaciones), lo que hace posible la reprogresión, al menos teóricamente. Pero, en situaciones graves de carencia afectiva y ansiedades catastróficas, la regresión pierde su capacidad evolutiva de reprogresión porque las ansiedades del supuesto refugio son tanto o más insoportables que las que han empujado hacia él. Por así decirlo, el individuo queda atrapado en su propia ansiedad; no puede ir hacia delante ni hacia atrás sin que se incrementen sus ansiedades y su sufrimiento y entonces se siente tentado de refugiarse en lo que Sigmund Freud llamaba la «atracción del narcisismo primario», en el poder seudotranquilizador del repliegue narcisista sobre sí mismo, en el espejismo de la independencia y de la autosuficiencia omnipotentes y en la sustitución del objeto externo necesitado por un objeto interno omnipotente y omnisciente, prototípico del narcisismo. En el curso del proceso psicótico, este objeto interno omnipotente llega a ser en algunos casos «Dios». Se crea así una nueva organización patológica de la personalidad, la organización patológica narcisista, que aparta al sujeto de la línea de desarrollo normal, de la dependencia y la necesidad de relación con los objetos, ofreciéndole un refugio omnipotente y psicótico. Se comprende que una de las características de esta organización patológica narcisista, que es el fundamento de la que hemos denominado «patología narcisista», sea precisamente su rigidez, su inflexibilidad y su falta de capacidad evolutiva, siendo de esta manera porque si no carecería para ofrecerse como refugio seguro de supervivencia al sujeto que se siente amenazado por ansiedades catastróficas psicóticas. Este ofrecimiento de refugio seguro e idealizado se observa frecuentemente en la clínica narcisista bajo la forma de lo que Herbert Alexander Rosenfeld llamó «publicidad» narcisista, una especie de canto de sirena adulador y seductor con el que la organización narcisista pretende «salvar» al sujeto de toda especie de dependencia y someterle exclusivamente a su dominio esclavizante, convenientemente disfrazado de «independencia», que se troca en amenazas de muerte y de enloquecimiento si él intenta zafarse de esta organización omnipotente a la que Rosenfeld calificaba de mafiosa. “Recuérdese al respecto la vehemencia exaltada con la que sujetos de estructura perversa o adicta suelen cantar las excelencias de su perversión o su adicción y despreciar como dependencia humillante, interferencia «intolerable» o vulgaridad deleznable cualquier relación que implique la aceptación de dependencia, incluida la ayuda de familiares o terapéutica”. La parte «mafiosa» de la personalidad suele desplegar con gran habilidad una serie de actitudes seductoras para mantener al sujeto bajo su dominio y es frecuente —en esta clase de patología— que el mismo sujeto, dominado por la mezcla de seducción y amenazas que utiliza la parte mafiosa, recurra también a intentos de seducción del psicoanalista movido por su miedo-terror a enfrentar la parte narcisista. Pero esa misma parte seductora, cuando se siente amenazada, se quita la máscara y muestra su agresividad y violencia. Verbigracia como los auténticos «proxenetas» que dominan a la mujer a quien explotan con una mezcla de seducción y terror, como tantas organizaciones mafiosas a las que se refería Rosenfeld.
*Cada uno de los «puntos de inflexión» está entre una posición y su correspondiente organización patológica evolutiva, por un lado, y la próxima posición y posible organización patológica, por el otro.
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