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"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

domingo, 4 de diciembre de 2016

El sujeto deprimido se muestra ambivalente en sus relaciones amorosas.

Las privaciones y frustraciones que exceden los límites de la tolerancia individual son las que precipitan la reacción neurótica depresiva, razón por la cual estos sujetos son especialmente vulnerables a cualquier cosa que destruya o amenace seriamente la satisfacción de sus necesidades de dependencia profunda y estrecha, y a todo lo que lo empequeñezca su sentido de autoestima.
Entre los factores precipitantes más comunes tenemos la pérdida de amor o apoyo emocional, fracasos personales o económicos, responsabilidades nuevas, o la amenaza de nuevos compromisos. Por lo regular el sujeto depresivo reacciona ante tales factores con una regresión parcial y en consecuencia ésta reactiva conflictos infantiles, actitudes y defensas del Yo infantil y de un Superyó arcaico.
El adulto que se vuelve neuróticamente deprimido siempre ha necesitado mucho apoyo emocional para equilibrar su tambaleante autoestima. Perder un amor, o incluso verse aunque sea amenazado por la pérdida del mismo, significa sufrir un ataque en la parte más vulnerable en su estructura psíquica.
La muerte de un ser amado es una forma potencialmente peligrosa de pérdida, pues al igual que el obsesivo compulsivo, el deprimido se muestra suma y primitivamente ambivalente en sus relaciones amorosas. Por una parte, tal vez resienta irracionalmente que el ser amado muerto se haya ido e incluso puede llegar a odiarlo porque murió y lo dejó en el infortunio de la soledad. Por otra parte, tal vez se identifique poderosamente con el fenecido, a quien amaba profundamente. Ya sea una u otra cosa, consciente, preconsciente o inconsciente, éste sujeto experimentará amor, odio, resentimiento, condena de sí mismo e incluso identificación con el difunto.Claro, también puede perderse el amor del partenaire sin que necesariamente intervenga la muerte, en estos casos tal vez hubo desprecio, abandono o divorcio; también existen parejas que pueden apartarse emocional y sentimentalmente sin necesidad de hacerlo físicamente; algunas de ellas incluso apenas llegan a cruzar dos o tres palabras en muchos años de convivencia.
Para un adulto dependiente e inseguro, esas experiencias pueden ser totalmente desmoralizadoras y llevarlo al derrumbe de su Yo. La desilusión puede llegar cuando lo que se esperaba del ser amado no se concretiza, esto sucede cuando en donde pensaba encontrar fuerza sólo hay debilidad, fracaso donde se contaba con triunfo, irresponsabilidad donde se pensaba integridad, etcétera. Esas pérdidas, abandonos y desilusiones perturban profundamente el equilibrio interno del sujeto dependiente, produciéndole con ello abatimiento, hostilidad y un marcado sentimiento de culpa. Generalmente los neuróticos depresivos suelen experimentar el abatimiento de manera consciente; en tanto que la hostilidad y la culpa por lo regular la suelen experimentar de manera inconsciente y preconsciente.
El fracaso golpea directamente el núcleo del sistema de seguridad con que el sujeto dependiente trata de rodearse. La pérdida de poder, prestigio, propiedad o dinero pueden separar al sujeto de fuentes importantes de apoyo moral y material. Lo mismo ocurre cuando la fuerza, la salud, la juventud o la belleza empiezan a desaparecer con el transcurrir del tiempo. Muchos depresivos neuróticos no pueden pasárselas sin esas fuentes de apoyo para equilibrar su debilidad. Para ellos los privilegios personales y económicos no son meros recursos, como para los sujetos "normales", sino la realización de sus necesidades inconscientes más urgentes, esto es, que se los ame, se les cuide, se les proteja, se les consienta y que obviamente estén al pendiente de su estado de animo; sin todo esto el sujeto depresivo se siente abandonado, despreciado y carente de amor.

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