Social

"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

martes, 13 de diciembre de 2016

Psicoanálisis de la pastilla azul.

​El "pene" tiene como premisa su atribución «fálica» esto es su posible erección porque sin erección el pene no es falo. Por consiguiente no se trata del tener el pene colgado al cuerpo sino que en su erección demuestre el atributo de potencia anhelado. Así "el órgano eréctil, viene a simbolizar el lugar del Goce, y a su vez, predispone a la fantasía de caducidad", habida cuenta de su eventual detumescencia.
La potencia fálica obviamente no forma parte de los dominios del Yo sino del inconsciente. Este órgano tiene la cualidad —por paradójico que suene— de erigirse cuando no debería, y puede caducar cuando está llamado a sus voluptuosas proezas. Y no es por falta de interés narcisístico sino por el contrario puede que sea por concentración en ese atributo de la representación imaginaria del sujeto, que venga precisamente a fallar en el momento menos esperado.
La medicina (psiquiatría entre ellas) apunta contra el síntoma manifiesto, la impotencia en general, sin interrogación por la causa. Quedan allí designadas no sólo aquellas que tienen determinación orgánica, sino y masivamente lo que Sigmund Freud denominó como «impotencia psíquica». La medicina se esfuerza por acabar con el síntoma, tratando de eliminarlo biológicamente pero únicamente lo que refuerza es su génesis.
Intentar el efecto químico que ponga a cada quien en dominio de una potencia esquiva, refuerza la lógica fálica en la que se funda. Hay implícita una apuesta a un Goce fálico que domina sobre cualquier alternativa de Goce sustitutos, sublimatorios. Refuerza el mandato de la erección como atributo garante de la masculinidad porque sólo se es masculino con una erección asegurada y sobre todo prolongada.
La dominancia del atributo fálico tiene su contrapartida en el horror a su pérdida. Sigmund Freud vuelve sobre el mito de "La cabeza de Medusa": «decapitar=castrar». El terror a la Medusa es entonces un terror de castración". "La visión de la cabeza de Medusa petrifica de horror, trasforma en piedra a quien la mira". La visión revierte en un hacerse mirar que petrificando mortifica pero perpetúa a su vez la erección. Freud cita a François Rabelais: "El diablo emprende la huida después que la mujer le enseñó su vulva".
El psicoanálisis pone en producción simbólica el síntoma manifiesto. Lo hace producir. Evita reforzar la lógica del fantasma en que se funda. Dialectizando los fantasmas en que el síntoma coagula, puede atravesar la lógica del falo imaginario como imperativo. No se trata del deber ser o deber tener. Esa lógica genera impotencia. La eficacia del psicoanálisis se deriva de deshabitar la forma parasitaria de esa pregnancia fálica, de esa "dominancia imaginaria del atributo fálico" que habita el cuerpo. En esa perspectiva ciertamente reñida con el apremio, el análisis «cura la impotencia psíquica». Si es aislable una causalidad orgánica a la impotencia, nadie pondría en cuestión el recurso a la «pastilla azul». Si la causa se desdibuja y/o se hace impotencia psíquica, como sucede en la mayoría de los casos, el consumo de la «pastilla azul» podría ocultar los fantasmas, los mandatos en que se sostiene la "necesariedad" de la erección. No habría porque desestimarla, pero sí desandar la lógica a la que acude.
La sencilla expresión de un sujeto con disfunción eréctil en su dudosa creencia sobre su potencia fálica: "Yo creo tener un pene apropiado" y la interrogación que torsiona el recorrido: "¿apropiado por quién?"; abre a la consideración del goce del Otro como lugar de apropiación.
Es desde la impronta del Superyó, aquí exigente de respuesta a "la dominancia imaginaria del atributo fálico", que su duda exhibe su habitación por esa lógica que parasita y debilita su cuerpo y su goce. Con pastilla o sin ella, conviene no obturar ese desalojo.
La psicopatología de la cotidianeidad muestra el empeño banal del exhibicionismo recurrente: "quien la tiene más larga" o "quien dura más" o cosas por el estilo. Lugar de entrampamiento, competencia de "energías", dignas de mejores
destinos. A los límites de esa dialéctica, el discurso psicoanalítico abre otras bienaventuradas perspectivas.

Be First to Post Comment !
Publicar un comentario