Social

"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

jueves, 29 de diciembre de 2016

La presencia del padre en la familia.

“El padre de verdad es aquel que tiene presencia física, concreta y real; pero desde el punto de vista de la «realidad psíquica» el padre de verdad es también el que está ausente, que deja ese vacío que niño llena con un papá fantaseado”.

La función paterna inicia en el momento que éste ingresa en la relación madre-hijo instalando la triangularidad; con su presencia provoca una «separación y una exclusión», en la escena aparece por lo tanto otro a quien la madre dirige su mirada, su atención pero sobre todo que desea. Con esto el padre introduce —con auxilio de la madre— la realidad externa en la díada madre-hijo, ayudando a dilucidar lo que el niño cree y desea respecto de la realidad tal cual es.
Culturalmente la presencia del padre en la vida familiar es dar protección, educación y contención a los hijos. Las buenas relaciones entre los padres son fundamentales en el desarrollo emocional del hijo, mismas que repercutirán durante toda su vida.
Francois Duparc en su trabajo “El padre en Winnicott” señala que la función del padre no aparece cuando se estudian las relaciones vinculares más primitivas madre-hijo, sin embargo están presentes como un telón de fondo, si bien, no entran en acción, permanecen latentes desde el inicio.
El padre protege la relación madre-bebé, aunque pueda ser ella «buena madre» únicamente sucede durante períodos limitados de tiempo por lo que el padre está al pendiente que nada interfiera en el vínculo madre-bebé.
También debemos subrayar las formas que el padre tiene valor dentro del hogar, ya que con su presencia en la casa hace sentir cómoda a la madre, física y emocionalmente; es un sostén moral y la encarnación de la ley y el orden que por medio de la madre introducirá ese mandato en el niño: ¡Te las verás con tu padre cuando regrese a casa! El padre pone límites al odio que siente el niño hacia la madre y ayuda a preservar el amor a la madre. El padre debe estar el tiempo suficiente para que el niño se percate que es real. El padre trasmite cualidades indispensables para el desarrollo del niño, esto significa que aporta su personalidad distinta a la de la madre para que exista un equilibrio y con ello atrae al niño, lo introduce en el mundo y aporta conocimientos sobre el mismo. También pone límites y dice no, aunque cada vez tiene que levantar barreras más firmes frente a las exigencias del niño, asumiendo así la defensa de su mujer. El padre es el primer objeto integrador, es a él al que le incumbe la ligazón, fusión o integración de la pulsión: amor-odio.
La existencia dentro de la madre, de una imagen paterna valorizada que transmite al hijo en todo el proceso de su crecimiento es de vital importancia, aun en ausencia del padre y tiene una primacía tal que le permite sostener a su hijo varón como varón señalándole el camino de su identidad de género, como su deseo de que sea «como su padre». La madre que no abre con su deseo el camino hacia el padre impide al hijo la continuación del desarrollo personal y deja al niño encerrado en un vínculo narcisista con ella del cual es después ya muy difícil escapar, aunado obviamente a las funestas enfermedades de la psique.
¿Cuál es la función del padre en la adolescencia? Es la de confrontación, actitud compleja que incluye el reconocimiento del derecho del hijo a tener sus propios puntos de vista y de su propio derecho a sostener y hacer valer los suyos. Además, encaminarlo a modular la impulsividad, ya que el joven no cuenta con experiencia ni fortaleza yoica suficiente. Existe una fuerte propensión a la agresión que se puede volver contra sí mismo o contra los demás, la presencia del padre puede cumplir una función continente que limita y protege.

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