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"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

lunes, 12 de diciembre de 2016

La reeditación del Complejo de Castración en la adolescencia.

En el psicoanálisis se a visto la manera en que el Complejo de Castración y el falo interactúan permanentemente y como el anudamiento del registro Simbólico, Imaginario y Real es lo que permite la estructuración neurótica.
Ahora bien, ¿cómo es que el Complejo de Castración se reedita en la adolescencia?
Analicemos la emergencia de dicho complejo en términos de diferencia. Es decir, diferencia de género, diferencia sexual, no surgida por primera vez, sino en un segundo momento, luego de la primera infancia.
La castración en la adolescencia pone en cuestionamiento la estructura del aparato psíquico. Sigmund Freud nos propone que el encuentro con el otro sexo es un encuentro traumático, esto significa un encuentro con la castración, debido a que el sujeto se encuentra en una situación que no puede resolver fácilmente. En este sentido José Barrionuevo nos comenta que “podemos entender en la expresión respecto de que la sexualidad
agujerea lo Real que, en cuanto a que en el acceso al otro sexo no hay nada programado en lo Real, o sea que la sexualidad siempre tiene fallas, nadie tiene el saber ni el pleno éxito en ella y, en tanto nadie “queda bien librado”; Jacques-Marie Émile Lacan sintetiza esa imposibilidad generalizada en una fórmula «no hay relación sexual».
En términos metapsicológicos la dialéctica del tener-no tener el falo también surge en la adolescencia. En este período de la vida, este segundo encuentro traumático cuestiona la solidez de la estructuración psíquica ocurrida previa al período de latencia. Es la resolución de este encuentro lo que va a permitir al sujeto continuar
con una vida anímica “normal”, ya que se ha observado clínicamente, en casos contrarios, puede producirse una desorganización psíquica que conduce al sujeto a cuadros psicóticos, por ejemplo la esquizofrenia.
«Podría entenderse a la adolescencia como un segundo momento resolutivo que reafirma aquellos procesos psíquicos ocurridos en la infancia».
En relación al «falo», tanto la lectura de Freud como la de Lacan nos enseñan que el falo nadie lo es ni nadie lo tiene. En este sentido el falo puede ser comprendido, además, como instrumento simbólico que interactúa con el Complejo de Castración, un elemento de poder. Es decir, el falo, entendido en términos de poder que brinda una capacidad resolutiva que tiene que ver con la estructura, es decir con la falta. De lo que se trata en la adolescencia, es de la capacidad de resolución que tiene el sujeto, de un conflicto con aquellos instrumentos que no tiene, es decir, con aquello que le falta.
El falo opera como un instrumento de atracción, que es preciado y buscado por el sujeto. Lacan en el Seminario Cinco nos comenta en la clase de “Los sueños de aguamansa” que tanto el hombre como la mujer juegan a tener o no tener el falo, al mejor modo histérico. En este caso, este juego se precipita ante la carencia y justamente por no tenerlo es que se permite jugar a tener o no tener el falo. Dice Lacan: “He mencionado el velo con que mucha regularidad cubre el falo en el hombre.
Es exactamente lo mismo que recubre normalmente a la casi totalidad del ser en la mujer, en la medida en que lo que ha de estar precisamente detrás, lo que está velado, es el significante del falo. El descubrimiento solo mostrará «nada», es decir, la ausencia de lo que es destapado y con esto precisamente está vinculado lo que Freud llamó, a propósito del sexo femenino, “el horror que corresponde a la propia ausencia.”
En este sentido el adolescente, en muchas ocasiones, se comporta supliendo carencias al modo de formaciones reactivas que ocultan las falencias.
Estamos ante la presencia del falo simbólico y esta carencia es la que posibilita la posibilidad de una suplencia. El problema, dice Lacan en sus estudios sobre las psicosis, es en tanto el sujeto se hace equivalente al falo, en tanto no hay corte y no se produce la castración simbólica.
Para concluir, tanto la castración como el falo, son instrumentos simbólicos estructurantes del aparato psíquico. Ambos conceptos hacen referencia a la falta. En términos freudianos, por la presencia de un agente externo encargado de ejecutar la castración y por otro lado la noción de falo simbólico como carencia y falencia estructural. Ambos conceptos son conceptos simbólicos.

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