Existe una fusión integrativa del coito y el orgasmo en el sujeto, misma fusión que también se lleva a cabo en el seno de la polaridad del amor y el odio, porque la capacidad para experimentar plenamente preocupación por el ser amado —una preocupación que subyace en toda relación afectiva profunda, auténtica— presupone la integración del amor y el odio, es decir la tolerancia a la ambivalencia. Esta tolerancia a la ambivalencia también se activa en el coito con la mezcla del placer sexual y los actos agresivos que se llevan a cabo en la intimidad.
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