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"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

martes, 13 de diciembre de 2016

El transexual y la feminidad primordial.

​El transexualismo es un fenómeno actual ya que se constituye a través del Otro que da una respuesta específica a una demanda. Antes de las primeras intervenciones quirúrgicas existían delirios de transformación estética pero no de un cambio corporal como se conoce hoy el transexualismo.
Jacques-Marie Émile Lacan en el Seminario Diecinueve “Ou Pire” define al transexualista como el que quiere liberarse de los criterios fálicos del discurso sexual a través de la cirugía. Se puede pensar que Lacan sitúa este fenómeno del lado de la psicosis y ya en “La cuestión preliminar” nos dice que hay una tendencia transexualista en la psicosis.
El término transexualismo fue introducido en 1953 por Harry Benjamin, endocrinólogo y sexólogo, quien propuso un tratamiento de hormonas del otro sexo para aliviar la angustia de sus pacientes. La primera intervención quirúrgica tuvo lugar en Dinamarca en 1951, con Christine Jorgensen, que publicó posteriormente su autobiografía. Es a Robert J. Stoller a quien le debemos el haber intentado despejar una estructura clínica propia del transexualismo. Lo define como: «La convicción de un sujeto biológicamente normal, de pertenecer al otro sexo; en el adulto a esta creencia le acompaña en nuestros días, la demanda de intervención quirúrgica y endocrinológica para modificar la apariencia anatómica en el sentido del otro sexo».
Pensó haber aislado esta estructura en el momento de la formación del género correspondiente a la identidad sexual, en contraposición al sexo biológico. Diferenció al transexualismo, del trasvestido y del homosexual masculino por la identidad ya que éstos dos últimos se sienten hombres; mientras que el lugar del órgano peniano en el transexual lo siente insoportable, mientras que el trasvestido y el homosexual gozan de él.
Por otro lado manifiesta Catherine Millot: “El transexual se siente mujer y siempre se ha sentido tal. Es femenino, pero no afeminado. No experimenta goce sexual llevando ropas femeninas. Si bien los hombres le atraen, no se siente homosexual, puesto que los hombres le agradan en tanto él se siente mujer, y sólo si éstos son heterosexuales. En sus relaciones sexuales no soporta que su compañero se interese por su pene. Si se masturba, lo hace de modo femenino, apretando los muslos”.
Robert J. Stoller en su obra “Sex and Gender” describe un número importante de transexualismos o de intersexualismos genéticos, con sus referencias familiares, muy interesantes para el psicoanálisis. Aunque hace un abordaje biologista, dado que estudia casos de transexuales, enigmáticos desde el punto de vista científico, se ve obligado a introducir el término de género, noción que proviene del lenguaje. El género se distingue del sexo biológico y además puede oponerse. Significa la convicción íntima de un sujeto respecto a su sexo que será finalmente el criterio del género y la identidad sexual. Se constituye antes de los 3 años y es asignado al sujeto por sus padres principalmente y posteriormente por su entorno familiar y social. Sean cuales sean los determinantes biológicos del sexo, uno es miembro del sexo que le han asignado sus padres o cuidadores. La sexuación sería pues la obra de los demás y el sujeto no tiene parte alguna en ella y no es responsable de nada. La teoría de la identidad de género se convierte en una especie de ontología, la búsqueda de un núcleo de ser, más fuerte que cualquier cosa, y que el sujeto recibió del Otro. Stoller vió muchos transexuales que denuncian un error de la naturaleza y confirma que la mayoría de ellos encajan en una estructura psicótica. Señala la importancia del «deseo materno» para el establecimiento de una identidad de género contradictoria al sexo anatómico. Se trata de niños que han mantenido una relación especialmente simbiótica con la madre, prolongada y muy estrecha durante los primeros años de vida. Utiliza el término: «falo feminizado de la madre».
Desde el psicoanálisis sabemos que aunque el “Deseo Materno” es siempre esencial para un sujeto, en la neurosis está barrado por el significante del “Nombre del Padre”, mientras que en la psicosis éste está forcluido y el sujeto queda entregado de forma no mediatizada por la “Ley Paterna” al capricho materno. No es pues sorprendente encontrar que los transexualistas han sido un objeto privilegiado para su madre, un «objeto a», y que se han feminizado por una identidad precoz a la madre.
En general, casi todos los psicoanalistas sitúan a los transexuales en un diagnóstico de psicosis, pero cabe la opción de pensar y discutir, la posibilidad de que la presión del mercado de la prostitución y también la yatrogenia en la histeria femenina o la mediagenia impulsen a la operación a sujetos no psicóticos.
Robert J. Stoller trabajó en la “Gender Identity Clinic” y tuvo ocasión de encontrar casos muy raros de niños de cuatro a cinco años de edad que reivindicaban una identidad femenina. Para este autor el verdadero transexual era el masculino. A diferencia de Sigmund Freud que plantea la idea de una bisexualidad inicial, el propone una FEMINIDAD PRIMORDIAL (el pene sería un clítoris masculinizado, el cerebro masculino. es un cerebro hembra androgenizado) y el transexual sería alguien que no supera el estado de confusión identificatoria con su madre, debido a que ésta prolonga indefinidamente la relación simbiótica normal de los primeros meses de vida.

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