Social

"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

viernes, 30 de diciembre de 2016

La razón.

“El hombre es el animal más parecido al ser humano”. Jaume Perich.

“El impulso que conlleva la «voluntad» no surge de la razón, sino únicamente es dirigido por ella”. Esto significa que la razón no puede, por sí misma, producir ninguna acción, ni siquiera ser el origen a un acto voluntario; por lo tanto no puede evitar actos de la voluntad o disputar la preferencia con ninguna pasión o emoción.
La razón es, y sólo puede aspirar humildemente a ser esclava de las pasiones, y no puede pretender desempeñar otro oficio que servirlas y obedecerlas cabalmente.
La pasión como afectación, afección y emoción, no sólo tiene una encomienda por su carácter fundante, sino como única verdad de la existencia, como fuerza y aliento vital, frente al que algunos torpemente nos enfrentamos siempre para salir perdiendo.
Debemos ser un tanto indulgentes respecto de la ignorancia de la gran mayoría de los sujetos que sobrestiman el papel de la conciencia y la razón.
La razón realmente obedece a las pasiones, nos guste o no, ya que en realidad es su lacaya, aunque el “Yo” quiera construir una historia diferente desde la consciencia para mantener el engaño de su papel protagónico e independiente del resto de las instancias psíquicas (Ello y Superyó).
La idea de que la condición de la existencia humana es desde su origen patológica, nos conduce a preguntarnos sobre la «normalidad» entendida como un «estado natural» sin alteraciones. Lo patológico entonces resultar ser esa alteración, esa afectación al orden de las leyes que la naturaleza nos ha marcado. Lo humano por lo tanto es únicamente pensable a partir de ser patológico, lo «normal» no cabe como posibilidad en su existencia más que en el reino animal donde están excluidos hombres y mujeres. Somos en nuestros tropiezos, equívocos, actos fallidos, encuentros con la verdad, lo que impide cualquier interés ideal de estudio sobre lo humano normal o natural.
Pero si estamos hablando de destino, determinaciones, lazos sociales, sujeción y sujetamiento a lo simbólico y el habla, ¿no entraña todo esto una visión que conlleva una falta de libertad para el sujeto? Sin embargo, en su condición trágica, no la hay. No se trata de una búsqueda superficial sobre el sentido de la vida o de la libertad, ya que no se trata de un asunto de posibilidades o de opciones sociales, económicas o culturales. La carencia de la propia idea de libertad para el esclavo (Georg Wilhelm Friedrich Hegel) le impide aspirar a ella, simplemente es algo con lo que ni siquiera puede soñar, él no podrá nunca aspirar a ella, asumirá como destino inescrutable su condición de esclavitud, el “es” esclavo, no se trata de un sujeto libre privado de su libertad o esclavizado. No somos en realidad libres si queremos entender el concepto de libertad asido al de la voluntad o, de la razón; no nos es posible hacer cualquier cosa, existen algunas circunstancias que nos darán la «sensación» de que estamos haciendo algo voluntariamente y otras en las que descubriremos que somos profundamente torpes y nada creativos; tampoco podemos disfrutar lo que suponemos deberíamos disfrutar, al ver como lo hace otro; estamos sujetos a nuestro deseo, por la pasión; dejarnos atrapar y someternos a nuestro propio deseo, es aceptar el destino, no pelear con él, de encontrarnos en la transitiva existencia del siendo.

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