En la clínica psicoanalítica encontramos a sujetos (varón-heterosexual) con un fantasma obsesivo, este fantasma está representado por un hombre que penetra con su miembro viril a dicho sujeto, además este fantasma puede aparecer incluso en el momento preciso del ejercicio de la relación sexual heterosexual.
Este fantasma se presenta bajo formas diversas, el cual da cuenta en muchos casos del deseo de ser atravesado por el pene como transmisor de potencia virilizante. En algunos casos se trata de un pene anónimo, incluso recortado del cuerpo del otro, pero que genera la fantasía de permitir modos más eficaces, más perfectos para responder al Goce, paliando la angustia por la propia insuficiencia respecto a la satisfacción erótica de la mujer, cuestión que constituye uno de los grandes fantasmas amenazantes, generalizados, de la masculinidad.
La simpleza de interpretarlo sencillamente como el producto de una corriente homosexual —efecto de la bisexualidad constitutiva o de los aspectos no resueltos del deseo erótico por el padre— no abarca la estructura psíquica que representa en su totalidad.
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