“Todos nuestros actos están total o parcialmente concebidos para llenar el vacío que sentimos en el fondo de nuestro ser. El vacío es sentido por el Yo como su autodestrucción misma”.
En cualquier relación amorosa siempre esta acechando la pasión* como un «odio exacerbado» cuando existe agresión en grado intenso y prolongado, con escisión de las relaciones objetales idealizadas y las persecutorias.
La falta de integración adecuada de las relaciones objetales internalizadas "totalmente buenas" y "totalmente malas" promueve cambios dramáticos y súbitos en la relación de pareja. La experiencia prototípica del amante desdeñado que mata a su rival y/o al objeto amoroso que lo traiciona y después se suicida, son signos de esta precaria estructuración del amor, que conllevan mecanismos de escisión e idealización y odio primitivos.
Ahora bien, en toda relación afectiva madura surge el sentimiento amoroso como una revelación de la libertad del partenaire, asimismo por medio del amor que se descubre su alteridad. La naturaleza contradictoria del amor y la pasión reside en que esta última aspira a realizarse mediante la destrucción del objeto deseado, y el amor descubre que este objeto es indestructible y no puede sustituirse.
*Entiéndase pasión como un aspecto que se destaca en su forma patológica, en las que el sujeto atormentado por el vacío se consume en la destructividad. Este vacío se encuentra perimetrado por la angustia y existe una propensión, una especie de búsqueda de llenarlo, lo cual es profundamente angustioso ya que nos conduce a ese estado de «no-ser», pero que encuentra cierto alivio —aunque pasajero— en la confusión con el Otro (fusión con el Otro), con la madre, permanecer como eso que le falta a ella, colmarla, ofrendarse como se hacía en las religiones antiguas, como tributo a los dioses voraces (Goce).
En este caso, el vacío es experimentado como humillación narcisista, y se intenta anular la pérdida. Se impone entonces como necesario un lazo fusional, aunque se huya de él o se lo ataque cada vez que interviene la angustia persecutoria. Entonces la pasión se sustenta en la rivalidad celosa, intenta fijarse en el ideal pero finalmente sólo se sostiene en el odio. En efecto, si la alteridad es insoportable y la confusión peligrosa, el otro sólo puede ser alcanzado en la violencia. En el límite, el desconocimiento de la interdicción incestuosa o agresivas de una pasión puede así transformarse en una certidumbre en la que la prueba se relaciona con el hecho de que alguien debe ser sacrificado. No obstante, la pasión llega a ser mortífera porque procede de una fascinación en la que el sujeto se remite a una figura del destino que lo condena a lo trágico.
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