El erotismo que manifiestan hombres y mujeres está condicionado por el horror y la atracción del incesto, obviamente de manera inconsciente (Complejo de Edipo). El sujeto neurótico tiene restringida su capacidad de sexual debido a sus fijaciones infantiles y a su dificultad para renunciar a los objetos incestuosos (madre, padre, hermanos), además lo quiera o no, sus parejas que tenga en la vida adulta reproducen con indeseada fidelidad a sus amores de la infancia. La «interdicción del incesto» sirve como una barrera protectora, esto significa que al sujeto únicamente se le permite el «placer» pero si se excede, ya no estamos hablando de placer sino de Goce*; pero en el neurótico no se encuentra establecida de forma objetiva y puntual esa barrera protectora por lo tanto el sujeto debe compensar ese déficit produciendo una serie de síntomas acompañados de una cantidad considerable de angustia que actúan como barreras entre el sujeto y el cuerpo del partenaire (que representa a nivel inconsciente a su madre) con esto evita por todos los medios posibles dar satisfacción a sus anhelos incestuosos —aunque sin renunciar a ellos— pues jamás se resigna y sueña con transgredir el límite algún día.
*La formula del Goce para el psicoanálisis se enuncia como: “No quiero saber nada de eso” ¿Qué significa esto? El descubrimiento del inconsciente por el psicoanálisis habla con precisión de «un saber» que está por fuera del campo de comprensión de la consciencia del sujeto. Es decir, es «un saber» que se ordena por fuera del campo de comprensión del sujeto, pero aun así lo determina. Se está poseído por el «saber» del inconsciente y, en tanto poseído, el sujeto es gozado por éste, fuera de su voluntad, valga la redundancia. Por ejemplo, el sujeto toxicómano, que comprende cabalmente que la cocaína le causa estragos a su salud, pero que el «saber» del inconsciente le ordena seguir consumiendo; o bien el sujeto promiscuo, que tiene la certeza que algún día puede contagiarse del “virus de inmunodeficiencia adquirida” pero aun así el «saber» del inconsciente lo obliga a seguir teniendo infinidad de parejas sexuales.
En términos clínicos, el inconsciente «Goza» y la cosa que lo hace gozar es el cuerpo mismo que el sujeto que lo pone a su disposición. Tenemos entonces el cuerpo como bien del cual el inconsciente usufructúa.
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