Cierto investimiento del Yo no recae en una psicopatología, pero un predominio desproporcionado de elección narcisista se acompañará siempre de una tendencia a la confusión con el objeto y, consiguientemente, de una debilitación del criterio de realidad, facilitando el camino hacia una estructura psicótica.
Ahora bien, dependiendo de la edad del sujeto será o no patológico, por decir, en un recién nacido no es patológico que en sus experiencias con nuevos objetos, busque el reencuentro con su primer objeto de relación (madre) (anaclisis); al contrario, esto constituye el fundamento psíquico necesario para el desarrollo adecuado del simbolismo y de la capacidad sana de relación. Lo que sí sería patológico es que el adulto siguiera buscando primordialmente la relación de objeto parcial en detrimento de la relación total o madura. Esto es un fenómeno que sucede muy frecuentemente durante la adolescencia e incluso en ocasiones durante la edad adulta, pudiendo observarse fácilmente en la etapa del enamoramiento donde coexisten los dos tipos de elección de objeto. Si predomina el narcisista, en el objeto de amor se buscará principalmente la imagen especular de un niño admirado sin limitaciones por una imagen materna devota, de modo que el deseo de recuperar lo proyectado y volver a ser el niño admirado condicionará una tendencia fusional de la relación, con todas las consecuencias patológicas que son de imaginar (la paranoia de celos o un amor posesivo, por ejemplo). En caso de que el predominio sea excesivamente anaclítico, la tendencia será a establecer una relación en la que el objeto sería usado fundamentalmente para satisfacer las propias necesidades y la expresión clínica podría ser una dependencia excesiva. Ambos casos comparten, no obstante, un aspecto regresivo infantil, aunque el uno sea más «fusional» y el otro más «consumista», por decirlo de alguna manera.
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