Existen mujeres que afortunadamente han sentido un orgasmo pleno y profundo; otras que han creído sentir ese éxtasis pero que únicamente desemboca en mínimas y espaciadas palpitaciones vaginales; otras más que mienten haber tenido un orgasmo, esto lo expresan con el propósito de no sentirse devaluadas; también existen otras que tienen la firme convicción que no necesitan orgasmo para disfrutar plenamente del acto sexual, que incluso ni siquiera éste resulta ser indispensable para culminar el coito satisfactoriamente; y otras tantas que confiesan que efectivamente jamás han disfrutado de ese arrobamiento.
Ahora bien, el conocimiento adquirido sobre la fisiología del acto sexual nos permite no recaer en el mismo error de la niña (algunas postulaciones del psicoanálisis señalan que la niña obtiene su placer del clítoris cuando se masturba y en consecuencia logra un «orgasmo clitoridiano», ya adulta cambiaría el placer orgástico que le brinda el clítoris por el orgasmo vaginal), y superar el malentendido de la falsa división entre «orgasmo clitoridiano» y «orgasmo vaginal» que tanta confusión ha creado, paradójicamente hasta un gran número de mujeres desconocen su propia fisiología sexual.
La fase de excitación se caracteriza por una vasodilatación neurovegetativa de los genitales, que produce una turgencia generalizada de los labios y del tejido que rodea la cavidad de la vagina. La fase de preparación orgásmica (William Masters y Virginia Johnson) se alcanza cuando existe una distensión generalizada del tejido vulvar y del introito de la vagina, un enrojecimiento de los labios y la lubricación vaginal, que es el signo cardinal de la excitación de la mujer.
La lubricación vaginal consiste en un trasudado que distiende el área genital durante la excitación. Finalmente el orgasmo consiste en una contracción involuntaria de los músculos localizados en el introito vaginal, contracciones acompañadas por sensaciones de intenso y profundo placer. El clítoris, en tanto zona erógena, se halla provisto de la red sanguínea suficiente para proveer parte de la vasodilatación necesaria para cumplir un papel relevante en la fase de excitación, «pero carece de los músculos necesarios para las contracciones que implica el orgasmo propiamente dicho». Cualquiera que sea el estímulo —táctil, auditivo, visual— que desencadene la excitación genital, ésta comprenderá a la zona genital entera. Que la niña, adolescente o la mujer frote o estimule su clítoris como método prevalente para desarrollar la excitación, hasta la plataforma orgástica necesaria para que los músculos de la vagina desencadenen su salva de contracciones que se encuentran más allá de su autocontrol, no implica que haya un doble orgasmo: uno clitoridiano y otro vaginal, ya que el clítoris es una parte esencial del aparato genital femenino,
órgano que tiene como característica principal aumentar la excitación, pero no donde se «localiza el orgasmo» por las cuestiones señaladas. Cabe hacer mención que la mujer que tiene orgasmos en plenitud, generalmente no alardea sobre ellos: ¡Dime de qué presumes y te diré de qué careces!
Siguiendo este orden de ideas, podemos hacer la comparativa con aquellos hombres que mediante la manipulación de la próstata, logran alcanzar su orgasmo, obviamente la próstata «sirve como un medio» para acrecentar el éxtasis pero el placer se localiza exclusivamente en el miembro viril, la descarga de la tensión es alcanzada por la eyaculación y no de la próstata que se estimula.
Cabe también mencionar que la semejanza anatómica entre el clítoris y el pene no los equipara ni en el plano
biológico, ni mucho menos en el psicológico. La estimulación de ambos no despierta un único tipo de fantasías, estas fantasías más bien dependen de la estructuración del deseo y no del órgano que se excita. De igual manera el frote del pezón de la mujer y su erección durante el coito no activan fantasías de ser ella la que penetra, sino el deseo de ser penetrada, como algunos psicoanalistas señalan. Algunas teorías surgidas del campo de la salud mental respecto a que el clítoris es algo así como un «pene pequeño», han sido presa de la imaginación del teórico, al «suponer» que la similitud de la forma define la función.
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