Las características de grandiosidad y omnipotencia que se presentan en el sujeto adulto son conductas simbióticas; esto significa que no son una «manifestación directa de introyección primitiva e identificación con el fin de la defensa, sino que están directamente relacionadas con la simbiosis madre-hijo desde un inicio».
Un sujeto que no logre separarse adecuadamente de su «mundo infantil» tiende a cultivar fantasías todopoderosas. Generalmente estos sujetos fueron exacerbadamente amados y consentidos durante su infancia por uno o ambos padres. Cabe señalar que este tipo de sujetos —con personalidad infantil— mantienen un sentimientos de inferioridad, porque no llegaron a posicionarse en el mundo de los adultos.
En este orden de ideas, bajo el psicoanálisis, también observamos a sujetos que carecieron del amor y atención adecuada a cargo de sus padres por lo tanto compensatoriamente alimentan su inferioridad con la actitud de omnipotencia y grandiosidad.
Regularmente estos sujetos expresan estas ideas: "Nunca me casaré", "Jamás tendré hijos", "Nunca haré eso", "Ningún psicoanalista esta preparado para ayudarme", "Nadie me entiende", "Lo he intentado todo", "Nadie me quiere". Estas generalizaciones sirven para denigrar cualquier vínculo y en consecuencia mantener la simbiosis infantil con el objeto parental vigente; sentencias como: "Ella realmente no me ama." O "El psicoanalista no es suficientemente sensible" son pretextos para mantenerse al margen y salir intactos de cualquier conflicto que pudiera alterar su frágil equilibro psíquico.
Obviamente el sujeto con rasgos de omnipotencia o grandiosidad no está dispuesta a abandonar fácilmente su patrón infantil porque la relación padres-hijos descrita, ha sentado el precedente para todas las futuras relaciones intersubjetivas que se susciten a lo largo de su vida por lo que presentará dificultades para comprometerse en una relación estable.
Estos sujetos se ofenden relativamente rápido, su umbral de tolerancia es casi inexistente; razón por la cual se retiran o reaccionan con el enojo narcisista. Están enamorados de sí mismos, con ideas inquebrantables y actitudes fuertemente arraigadas que presentan en casi todas sus relaciones humanas.
La grandiosidad también puede ser alimentada por la defensa de un estado de ánimo depresivo subyacente. Esto es muy común observar en los sujetos que no pueden soportar el proceso de luto, depresión y despedida, por lo cual pueden elegir la defensa de comportarse de manera arrogante y soberbia, como si el dolor fuera algo distante o ajeno a ellos.
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