Social

"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

lunes, 20 de febrero de 2017

La necesidad de afecto para el infante.

La satisfacción de todas las necesidades neurovegetativas inherentes a la vida es sentida como "buena", agradable, más allá de toda jerarquía de valores estéticos y morales para el infante. Dentro de estas necesidades se encuentran las de «movimiento», que conciernen primero a los movimientos impresos al cuerpo del niño aún incapaz de ser voluntarios, luego de articulaciones propias, a medida que se desarrolla desde el punto de vista neuromuscular.
Para todo ser humano y en cada etapa del desarrollo, la aparición de esas necesidades es espontánea y obedece a ciertos ritmos; su aparición repetida obedece también al ritmo individual, y la falta de satisfacción en el momento oportuno es experimentada como mala. Si el bebé que tiene hambre y grita no recibe alimento alguno, al cabo de cierto tiempo su organismo fatigado se agota. El pequeño sediento, hambriento, deja entonces de gritar, y parece ya no experimentar necesidad alguna. El hambre, a fuerza de hacerle sufrir, deja de ser "buena". No sólo el niño ya no trata de tomar el alimento que se le ofrece, sino que puede llegar a dejar de sentir incitación a comer. Permanece entonces inerte, sin mímica, con los ojos abiertos —ya ni siquiera es capaz de gritar—, hasta la muerte por inanición.
Así, lo que es bueno puede perder su valor cuando el organismo ha sufrido demasiado por no haber sido satisfecho en el momento propicio. Hay inhibición del apetito en sus fuentes mismas, retroceso de la expresión libidinal por "retiro de catexis" del tubo digestivo, fijación regresiva de la libido sobre los sentidos de percepción pasiva: oído y vista, luego, más tarde aún, sobre el árbol respiratorio y circulatorio; y finalmente, sobreviene el sueño de inanición.
Se piensa demasiado a menudo que es mediante el mecanismo nutritivo que el bebé manifiesta sus primeras reacciones de ser viviente. El ejemplo del bebé que muere de inanición muestra que la necesidad de aire y el deseo de comunicar con el prójimo por la mirada y la audición son más esenciales que el instinto de nutrición; y también que el sueño, que vuelve después de un período de insomnio angustiado, es la traducción de un movimiento de refugio dentro de sí, cuando ya no se espera nada de las relaciones psíquicas o sustanciales con el mundo exterior, por cuanto este último no aportó durante tiempo prolongado intercambios vivificantes. Es entonces cuando el niño abandona la búsqueda en el exterior de sí mismo y se hunde en un sueño fisiológico que puede llegar hasta a la muerte.
En el caso en que hay hambre extrema, no en el plano nutritivo sino en el plano de la relación psíquica con la madre, vemos a niños entrar en el «autismo», sin que estén privados en absoluto en cuanto a sus necesidades. Se trata de niños desritmados en cuanto al deseo de relación de lenguaje con el adulto; después de un período intenso de deseo, y como el mundo exterior no trae respuesta alguna, renuncian y no tienen más que intercambios fantaseados con sus propias sensaciones viscerales, mostrándose entonces indiferentes a lo que los rodea que sin embargo, mantiene sus necesidades.

Be First to Post Comment !
Publicar un comentario