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"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

domingo, 22 de enero de 2017

Psicoanálisis del tatuaje.

Un trauma consiste en un suceso que produce una angustia exacerbada que desborda los recursos defensivos del sistema psíquico; por la naturaleza del acontecimiento el sistema no consigue producir una interpretación que reduzca la angustia e incorpore el trauma a un «simbolismo asociativo». Incapaz de interpretar adecuadamente el suceso e integrarlo, el psiquismo se escinde y lo conserva inalterado e inconsciente y con su interpretación en suspenso en una de sus partes.
El trauma nos produce una sensación y es la que nos atormenta porque no se logra ubicar dentro del mapa de los sentidos que disponemos. Para librarnos del malestar que nos causa este extrañamiento nos vemos forzados a descifrar la sensación desconocida, y entonces lo transformamos en un signo, o mejor dicho en un tatuaje.
Ahora bien, el desciframiento que este signo (tatuaje) exige no tiene nada que ver con explicar o interpretar, sino con inventar un sentido que lo haga visible y lo integre en el mapa de la existencia vigente operando una transmutación. Con ello logra el sujeto disminuir la angustia asociada al trauma, ya sea de manera pasajera o permanente. Es así como, tal vez, podría entenderse lo que Paul Cézanne quiso decir al afirmar que «pintaba sensaciones»; esto se actualiza en «tatuar las sensaciones» para simbolizarlo y darle una salida al trauma, con esto se logra ajustar adecuadamente a nivel consciente, por decirlo de alguna manera.
Ahora bien, podemos tomar como ejemplo los sujetos que deciden tatuarse un colibrí y para eso hay que remontarnos a la mitología para conocer su posible significado.
Los mayas cuentan que los Dioses crearon todas las cosas en la Tierra y al hacerlo, a cada animal, a cada árbol y a cada piedra le encargaron un trabajo. Pero cuando ya habían terminado, notaron que no había nadie encargado de llevar sus deseos y pensamientos de un lugar a otro. Como ya no tenían barro ni maíz para hacer otro animal, tomaron una piedra de jade y con ella tallaron una flecha muy pequeña. Cuando estuvo lista, soplaron sobre ella y la pequeña flecha salió volando. Ya no era más una simple flecha, ahora tenía vida, los Dioses habían creado al «x ts’unu’um» (colibrí).
El colibrí simboliza muchos conceptos diferentes, debido a su velocidad, se le conoce como un mensajero, o guardián del tiempo. Esta ave es capaz de volar hacia atrás, y nos enseña que podemos recordar nuestro pasado, sin embargo, esta ave también nos enseña que no debemos insistir en nuestro pasado y tenemos que seguir adelante. El colibrí se la pasa bebiendo el néctar de las flores, lo que significa que debemos saborear cada momento, y apreciar las cosas que amamos.
El colibrí tiene un significado espiritual muy poderoso en los Andes de América del Sur que lo relacionan con la «resurrección». Parece morir en las noches frías, pero vuelve a la vida de nuevo al amanecer. Esta pequeña criatura nos habla del corazón, nos dice que aunque el dolor nos provoca cerrar nuestro corazón, es para brindarse la oportunidad de sanar, y una vez que se vuelve abrir retoma su libertad.
Para el pueblo Mapuche el colibrí (pinsha, picaflor) predice la muerte, además es un pajarito que vive inquieto y triste. No se posa en las ramas ni roza con sus alas el follaje como los otros pájaros; tiembla de miedo constantemente y, como si esperara un castigo, se esconde en cavernas oscuras o se aferra con desesperación a los acantilados.

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