Social

"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

domingo, 1 de enero de 2017

Psicoanálisis del improperio (palabras obscenas).

Las palabras obscenas manifestadas de forma verbal toman diferentes matices tanto en los sujetos con estructura perversa como en la neurótica.
El sujeto que llega a ser perverso por su desarrollo psicosexual, se apropiará de esta fuente de placer —como prevén las teorías sexuales que Sigmund Freud plasmó en su obra— y utilizará con cinismo y de manera habitual dichas expresiones, o bien se contentará con la lectura o visualización de obscenidades de forma permanente.
Ahora bien, existe una perversión particular de los hombres que consiste en pronunciar palabras obscenas (improperios) hacia las mujeres desconocidas; la experiencia indica que muchas féminas son importunadas en la calle por hombres que murmuran a su paso palabras obscenas, sin ninguno de los preliminares habituales del cortejo (ofrecimiento de acompañarlas, solicitar su nombre... en fin, abordarla de manera decente).
Estos sujetos perversos son exhibicionistas y voyeuristas en grado menor, que, en lugar de llevar a cabo un verdadero desnudamiento, se contentan con la acción reducida de la palabra, eligiendo, naturalmente los términos más aptos para suscitar, por su carácter prohibido y sus cualidades motrices y plásticas, una reacción de pudor a la mujer que se lo expresan. Esta forma de perversión podría denominarse «coprolemia».
Del lado opuesto tenemos al neurótico que desvía su atención de los términos obscenos completamente o casi por completo, tratando de ignorarlos en la medida de lo posible y, si no puede evitarlos, respondiendo con una reacción desproporcionada de malestar y disgusto. Generalmente las mujeres neuróticas son más propensas al rechazo que su contraparte.
Sin embargo, en el sujeto normal como en el neurótico una violenta impresión puede hacer resurgir estas palabras medio sepultadas en el inconsciente. Entonces las palabras que antes nombraban los objetos queridos del placer infantil vuelven en forma de maldiciones y, cosa curiosa, asociados a menudo a la idea de los padres y de Dios (blasfemias). Estos improperios que estallan en la violenta cólera, o que por el otro lado derivan en bromas y chistes, no pertenecen de ningún modo, —como Rudolph Kleinpaul señala— a la comunicación consciente, pero representan reacciones a la excitación estrechamente emparentadas con los gestos. En todo caso es digno de señalar que cuando la descarga motriz de un afecto impetuoso se evita a duras penas transformándola en imprecaciones, el afecto recurre involuntariamente a las palabras obscenas, particularmente adaptados al objetivo, debido a su riqueza y a su profunda potencia motriz.
Son especialmente trágicos los casos en que las palabras obscenas irrumpen súbitamente en la consciencia virtuosa y pura de un neurótico. Esto sólo es posible en forma de representaciones obsesivas, pues tales palabras son tan extrañas a la vida afectiva conciente del neurótico que no puede interpretarlas más que como ideas patológicas, sin poder simbolizarlas, absurdas, desprovistas de sentido, “cuerpos extraños”, que obviamente no las reconoce en ningún caso como elementos propios de su vocabulario.
El hecho de que las representaciones obsesivas de palabras obscenas, en particular los términos vulgares para los excrementos y los órganos excretores más despreciados, apareceren a menudo en los neuróticos masculinos tras la muerte de su padre; padre que amaban y respetaban hasta la idolatría. El psicoanálisis muestra entonces que, en caso de muerte, al lado del atroz dolor por la pérdida, se manifiesta también el triunfo consciente de ser liberado por fin de toda opresión; el desprecio del “tirano” ya inofensivo porque ha fallecido, se expresa en los términos más prohibidos al niño de antaño.
La etnografía podría aportar una sólida confirmación que la pronunciación habitual de palabras obscenas han permanecido “infantiles” a consecuencia de una inhibición del desarrollo, y por ello conservan un carácter motriz y regresivo anormal para manifestar sus afectos.

Be First to Post Comment !
Publicar un comentario