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"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

domingo, 15 de enero de 2017

Identidad de género: Sigmund Freud versus Robert Jesse Stoller.

El interés de Robert J. Stoller por los sujetos transgéneros tomó forma después de que varios colegas de la UCLA (Universidad de California, Los Ángeles) le remitieron algunos infantes para psicoterapia en las décadas de los cincuenta y los sesenta, en los que se les diagnosticó trastornos de género. Se interesó, a partir de esas primeras experiencias clínicas, en tratar de comprender la dinámica psíquica de los transgéneros donde el sujeto no esta conforme con su sexo biológico. Siguiendo el trabajo de John Money y sus colegas de la Universidad Johns Hopkins, Stoller formuló su hipótesis que nombró «Núcleo de identidad de género» que se establece durante los dos primeros años de vida aproximadamente. Sin embargo, cuando Money había llegado a esta conclusión por la observación de sus pacientes “hermafroditas” propuestos para la cirugía de reasignificación de genero, Stoller utilizó los planteamientos del psicoanálisis para explicar el proceso por el cual se establece el núcleo de identidad de género.
Su trabajo resultó en la inversión de la teoría de Sigmund Freud sobre la sexualidad y expuso que la causa por la cual existe una obsesión de los niños por la afeminación y la incorporación de la identidad transgénero contraria a su sexo biológico.
Ahora bien, la propuesta de Stoller sobre la identidad de género desafía la afirmación de la teoría sexual de Freud donde dice que la libido es principalmente «masculina». Para Freud, niñas y niños, desde el nacimiento, se consideran niños. En los estadios oral, anal y fálico, los niños expresan una posición libidinal activa al tomar a la madre como el primer objeto amoroso. Sólo con la introducción de la angustia de castración, en el caso del niño, y la envidia del pene, en el caso de la niña, surge la diferenciación de los sexos quedando registrados psíquicamente, resultante en la asunción de la masculinidad normativa y la feminidad a través de la resolución del Complejo de Edipo. Recordemos, pues, que la feminidad es un logro muy difícil bajo la rúbrica del desarrollo de Freud, porque la niña no esta únicamente llamada para cambiar su objeto de amor de la madre al padre (y luego a su futuro marido y el bebé), también ella debe cambiar su libido de posición activa a pasiva. La feminidad es, por lo tanto, un derivado, una copia de la masculinidad y una posición psíquica especialmente devaluada frente a la actividad «fálica natural» que Freud asigna a la masculinidad.
Pero para Stoller, cualquier grado de feminidad en los niños asignados como machos al nacer no concordaba bien con la teoría falocéntrica de Freud ¿por qué algunos niños (machos) prefieren la feminidad; abandonar todos los privilegios «naturales» que les confiere la masculinidad; y renuncian a esa posición activa; además de ser la feminidad un logro tan difícil y complejo de alcanzar?
Aquí volvió a mirar a sus colegas médicos trabajando en el diagnóstico y tratamiento de transexuales en los años sesenta. Money y sus colegas se habían fascinado por una serie de estudios que analizaban el desarrollo del feto mamífero. Se sorprendieron al descubrir que todos los fetos comienzan como "hembras" desde su gestación. No sólo eso, sino que seguirán siendo mujeres, pero la introducción, in utero, de andrógenos, en la dosis correcta y en el momento correcto de la gestación se convierten en machos aunque cromosómicamente sigan siendo hembras. Es lo que Money llamaría el "Principio de Eva", el estado orginario de los mamíferos, incluidos los humanos, fue repentinamente entendido por la ciencia médica y los biólogos como "hembra" (la suposición original era que la distinción entre hembra y macho era siempre evidente). En experimentos con animales, principalmente con ratas, la introducción artificial de andrógenos al ambiente uterino de un feto "femenino" dio como resultado el nacimiento de animales "masculinizados" y "virilizados", pero cromosómicamente "femeninos", y obviamente con genitales masculinos y actitudes agresivas. Money no concluyó de esto, que el sexo o el género fueran determinados o por lo menos alentados por la exposición hormonal uterina, pero él creía que era al menos eso podría ser una posibilidad.
Stoller quedó muy impresionado por el Principio de Eva y fundó su teoría de la identidad de género básica en una analogía psíquica. Para Stoller, el estado originario de la infancia no es la masculinidad activa. Antes de cualquiera de las etapas preedípica y pregenital teorizó una etapa de «simbiosis primaria entre el lactante y la madre», un período durante el cual el niño es incapaz de distinguirse del cuerpo de la madre. Como era de esperar, este estado de fusión se describe como dichoso, un goce originario pero del cual el niño debe ser destetado (separación-individuación) de la manera correcta con el fin de establecer un Yo con una identidad de género definido. Por lo tanto esta simbiosis primaria implica que todos los bebés son «femeninos» por algún tiempo, invirtiendo completamente el postulado de Freud. Para las niñas, observó con alegría que esto no planteaba ningún problema, puesto que ellas debían identificarse con sus madres de todos modos. Pero para los niños, la «feminidad primaria» se convertiría en un reto deshacerse de ella primeramente, y la dificultad de introyectar adecuadamente la masculinidad posteriormente, por lo que existiría un mayor riesgo de producir conflictos psíquicos y terminar en alguna patología.
Los niños transgéneros —argumenta Stoller— tuvieron generalmente una madre con graves trastornos de la personalidad, con una exacerbada envidia del pene, una homosexualidad latente, característica masculinas, además de un amor agobiante hacia su vástago, demasiado apego, extremadamente fusionada hacia el menor, prestando una atención desmedida a las actitudes femeninas del infante, todo esto acontecería principalmente en los dos primeros años, pudiéndose extender hasta los cinco años de vida.
En los hombres homosexuales afeminados, se pronunciaba que existía el mismo proceso, pero sólo en menor grado de intensidad. De esta manera, la laguna que existía en cuanto a la homosexualidad y el trastorno de género se reactualizó a través del concepto del “Núcleo de identidad de género”.
La misandria padecida por la madre complementada por el padre patológicamente lejano y desinteresado tanto por el infante como por su cónyuge, que no intervino en la educación ni en el desarrollo de la criatura, no tuvo en consecuencia la cercanía adecuada con el niño para crear un Superyó estable que prejuzgara la identificación femenina madre-hijo, esto tendría por resultado el trastorno de género respectivo.
Stoller tenía la esperanza que la psicoterapia temprana con los niños acompañados de sus padres podría ayudar a erradicar tanto a los futuros homosexuales afeminados como a los transexuales.

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