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"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

lunes, 23 de enero de 2017

La madurez emocional no asegura una estabilidad sin conflictos para la pareja.

La calidad y el desarrollo de una relación amorosa depende primeramente del carácter y personalidad que tenga cada uno de los integrantes y, por implicación, el proceso de selección que los une como pareja.
Los mismos rasgos que implican maduración de la capacidad para las relaciones amorosas son los que gravitan en el proceso de selección.
La capacidad para disfrutar libremente del goce sexual constituye para cada uno de los partenaires, una temprana situación de prueba, en la medida en que ambos estén en condiciones de lograr libertad conjunta, riqueza y variedad en sus encuentros sexuales.
«Encarar frontalmente la inhibición, limitación o el rechazo sexuales del partenaire es signo de una identificación genital estable, en contraste con el rechazo colérico, la desvalorización o la sumisión masoquista a esa inhibición sexual». Por supuesto que la respuesta a este desafío por parte del partenaire sexualmente inhibido se convertirá en un elemento importante de la dinámica en desarrollo de la pareja sexual. Detrás de las incompatibilidades sexuales tempranas de la pareja suele haber problemas edípicos significativos no resueltos, y la medida en que la relación puede contribuir a solucionarlos depende sobre todo de la actitud del partenaire más sano.
El desarrollo de la capacidad para las relaciones objetales totales o integradas implica el logro de una identidad yoica estable y, por la misma razón, de relaciones objetales profundas, que facilitan la selección intuitiva de un sujeto que corresponda a los propios deseos y aspiraciones. Siempre habrá determinantes inconscientes en el proceso de selección pero, en circunstancias comunes, la discrepancia entre los deseos y temores inconscientes, y asimismo las expectativas conscientes no será tan extrema como para convertir en un peligro importante la disolución de los procesos tempranos de idealización en la relación de pareja.
Además, la selección madura del sujeto que uno ama y con la cual quiere pasar su vida involucra ideales maduros, juicios valorativos y metas que, aparte de satisfacer las necesidades de amor e intimidad, le procuran un sentido más amplio a la vida.
Se podría cuestionar que el término “idealización” se aplique en este caso, pero en la medida en que se selecciona a un sujeto que corresponda a un ideal por el que se lucha, en esa elección hay un elemento de trascendencia, un compromiso que se produce naturalmente, porque en ese compromiso se encuentra nuestra vida representada en la relación.
Aquí volvemos a la dinámica básica, según la cual la integración de la agresión en las áreas de la relación sexual, las relaciones objetales y el Ideal del Yo de la pareja asegura la profundidad e intensidad del vínculo, aunque también puede amenazarlo. El hecho de que el equilibrio entre el amor y la agresión es dinámico hace que la integración y la profundidad sean potencialmente inestables. Una pareja no puede dar su futuro por sentado ni siquiera en las mejores circunstancias; mucho menos cuando conflictos no resueltos en uno o ambos partenaires amenazan el equilibrio entre el amor y la agresión. A veces, incluso en condiciones que parecen auspiciosas y seguras, se producen nuevos desarrollos que cambian ese equilibrio.
El hecho mismo de que una relación profunda y duradera en la pareja requiera capacidad para la profundidad en las relaciones con el propio Self y con los otros sujetos —para la empatía y la comprensión, que abren las sendas profundas de múltiples relaciones no verbalizadas entre los seres humanos— crea una curiosa contracara. A medida que, a lo largo de los años, uno se vuelve más capaz de amar en profundidad y apreciar con realismo a otro como parte de su vida personal y social, él o ella puede encontrar otros posibles partenaires, que podrían ser no menos satisfactorios o incluso hasta mejores. «De modo que la madurez emocional no asegura una estabilidad sin conflictos para la pareja».
El compromiso profundo con el ser amado, así como los valores y experiencias de una vida compartida enriquecen y protegen la estabilidad de la relación, pero si el autoconocimiento y la autoconciencia son profundos, cada partenaire puede experimentar, de tiempo en tiempo, el deseo de otras relaciones, de involucrarse tanto afectiva como sexualmente (cuya posibilidad puede haber sido evaluada con realismo) y repetidos renunciamientos.
Ahora bien, renunciar a un deseo puede añadir también profundidad a la vida del sujeto y la pareja, y la reorientación de los anhelos, fantasías, discrepancias y tensiones sexuales dentro de la relación de pareja puede constituir una dimensión adicional, oscura y compleja de su vida amorosa. En el análisis final, todas las relaciones humanas deben terminar, y la amenaza de pérdida y abandono y, en última instancia, de muerte, es mayor allí donde el amor ha sido más profundo; la conciencia de esto también lo profundiza.

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