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"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

viernes, 27 de enero de 2017

El silencio después del incesto.

Cuando ocurre el incesto regularmente la víctima y sobre todo la familia guarda silencio sobre el lamentable incidente; a primera vista la mayoría de las personas pensarían que no se habla sobre la violación por razones de vergüenza, o por tratarse de un hecho repugnante que se desea olvidar inmediatamente para borrar el dolor que representa.
Ahora bien ¿por qué razón en otros hechos perniciosos, como un accidente, una defunción, un secuestro, una enfermedad, etcétera la familia aborda el tema libremente, e incluso desea conocer los mínimos detalles del acontecimiento, mientras que en el incesto se calla rotundamente?
Desde el psicoanálisis podemos dar una respuesta a ese silencio sepulcral que guardan los sujetos respecto al incesto, primeramente debemos señalar que existe una reacción de enojo o rabia hacia al agresor sexual con deseos de tomar justicia por propia mano y propinarle con un castigo cruel por la barbarie cometida. Pero ¿cuál es la razón de tomar esta actitud?
En la mente del sujeto se desatan deseos profundamente reprimidos en contra del culpable porque esa misma acción de violar la poseen todos seres humanos de manera latente, sigilosa, inconsciente, motivo por el cual el sujeto se horroriza o se asombra porque le resulta también muy difícil dominar «su deseo de violar»; por eso evita al culpable con horror, el espanto surge porque conlleva un miedo inconsciente a contagiarse y tener en consecuencia al mismo fin. El incesto se ha transformado entonces en un tema tabú, si la familia osara hablar abiertamente sobre el incesto sería tomado por estos como una incitación directa a ponerla nuevamente en práctica, por eso nadie se atreve abrir el tema a discusión, conocer los pormenores... Por otro lado el sentimiento de culpabilidad que guarda el violador y la sumisión voluntaria al castigo es generalmente aceptada. Difícilmente puede dejar de actuar el violador aunque las leyes se vuelvan más estrictas y las penas más grandes, el castigo no mermará las perversiones, sino simplemente la disposición legal surge para proteger a la sociedad. Indiscutiblemente el castigo legal no es sólo una institución práctica para defensa de la sociedad, o una medida que trata de enmendar al culpable y que se realiza a título de ejemplaridad, sino que satisface también nuestro lado oscuro, el deseo abierto o disimulado de ser crueles y sobre todo vengativos y despiadados, de esos sentimientos también están constituidos todos los humanos.

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