Social

"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

lunes, 30 de enero de 2017

La adicción.

Cualquier forma de adicción está cargada con una cantidad considerable de compulsividad. Es evidente que una falla en el funcionamiento psíquico y en el mundo representacional interno no puede ser reparada por sustancias u objetos encontrados en el mundo externo; en otras palabras, la búsqueda de solución en la adicción es un intento infantil de autocuración, frente a la amenaza de estados psíquicos alterados.
Los sujetos cuya economía psíquica funciona predominantemente bajo este modelo, deben recurrir incesantemente a sus actividades de adicción. El alcance de la compulsión y su severidad o de otro modo su proclividad a la adicción, dependerá de los peligros de que deberá defenderse; en otras palabras, de la naturaleza de los estados de dolor psíquico provenientes del Ello que deberán ser dispersados o eludidos mediante la persecución del objeto de la adicción a cargo del Yo.
Estos estados psíquicos entran en tres categorías y determinarán la cantidad de “trabajo” que se espera que la adicción solucione apremiantemente.
Primeramente un intento por resguardarse de las ansiedades neuróticas (conflictos referentes a los derechos que se tiene como adulto: relaciones sexuales y sentimentales; obtener un placer narcisista en el trabajo y en las relaciones sociales).
Posteriormente un intento de combatir los estados severos de ansiedad (frecuentemente de naturaleza paranoide) o bien, de depresión (acompañada de sentimientos de muerte interna).
Y por último, en muchos casos, la huida de ansiedades psicóticas (tales como el miedo a la fragmentación física y psíquica).
Por debajo de cada uno de esos estados de dolor psíquico subyace un terror globalizado a enfrentar un vacío en el cual el sentimiento de identidad subjetiva está en peligro.
Con el descubrimiento del objeto de la adicción el sujeto sabe exactamente lo que debe hacer en todas las situaciones en las que la emoción lo sobrepasa. Es así que el sujeto angustiado está convencido de que nunca más sufrirá la sensación de total abandono en los brazos de otro. Nunca más tendrá que enfrentar una angustia sin palabras, ya que esta será inmediatamente descargada o limpiada a través del acto adictivo. Además el sujeto tendrá la impresión de estar ejerciendo un control omnipotente sobre el objeto de sustitución. Nunca más le faltará este «objeto» en la medida de lo posible.
El rol del desafío en la adicción como solución, además de dispersar el dolor psíquico, la conducta adictiva representa un intento de saldar cuentas con los objetos parentales del pasado. Invariablemente comprende un triple desafío:
«Desafío al objeto materno internalizado, experimentado como habiéndole fallado al sujeto, siendo ahora la función materna delegada al sustituto adictivo: "Nunca más volverás a escapar. Ahora tengo el control sobre ti"»
«Desafío al objeto paterno internalizado experimentado como habiendo fracasado en su función paterna, actitud desafiante que es a menudo proyectada a la sociedad entera en actividades antisociales: "No me importa lo que los demás piensen de mi conducta. Al diablo con "todos ustedes"».
«Finalmente existe, inevitablemente, un cierto desafío a la muerte. Esta puede adquirir dos formas, o bien: "A mi nada me puede afectar. La muerte es para los otros". Y por el otro lado, cuando el sentimiento de omnipotencia cede el paso a un sentimiento de muerte interna: "¿...que mi conducta adictiva podría causarme la muerte? Ya no me importa nada, ni siquiera mi vida»".
En cuanto a las adicciones, la labor psicoanalítica debe dirigirse, entre otras cosas, hacia la posibilidad de revelar y elaborar aquellos estados emocionales primitivos, infiltrados con sadismo oral y anal.
La solución ilusoria que proporciona la adicción es la huida de los miedos neuróticos, psicóticos y fóbicos. Se debe agregar a esto el concepto de los estados alexitímicos*, ya que uno de los más grandes obstáculos en el tratamiento de problemas de adicción es la «falta de tolerancia afectiva».
La economía narcisista es igualmente frágil, y por lo tanto la solución en la adicción tiene un doble propósito narcisistico:
a.- La reparación de la dañada imagen del Self.
b.- Mantenimiento del control omnipotente a través de la facilidad de recurrir al objeto de la adicción.
«Ante la aparición de impulsos suicidas» el tratamiento psicoanalítico puede resultar en algunos sujetos y en algunas circunstancias inapropiado, por lo cual se recomienda la asistencia de organizaciones tales como “Alcohólicos Anónimos”, “Drogadictos Anónimos” o similares que pueden concretamente reemplazar la falta de la dimensión paterna con la forma de algún cuidado comunitario consistente que los sujetos estén en constantes relaciones intersubjetivas, esto con la finalidad que el Yo del adicto sienta apoyo y sostén para su mejor integración, ya que muchos sujetos no pueden soportar las frustraciones inherentes a la relación psicoanalítica (Transferencia y Contratrasferencia). Finalmente, debemos reconocer que las adicciones sexuales son un intento de reparar el psiquismo dañado de la imagen distorsionada de la identidad de género y el rol como ser sexual.

* La alexitimia designa la incapacidad de hacer corresponder las palabras con las emociones.
Las manifestaciones alexitímicas nucleares son cuatro:
1.- Incapacidad para expresar verbalmente las emociones o los sentimientos.
2.- Limitación de la vida imaginaria.
3.- Tendencia a recurrir a la acción para evitar y solucionar los conflictos.
4.- Descripción detallada de los hechos, de los síntomas físicos, actividad del pensamiento orientada hacia preocupaciones concretas.
La alexitimia tiene como factor central un problema de la función simbólica, es decir, la incapacidad para expresar la dimensión inconsciente en palabras, ensueños y fantasías. Por estas características, es solamente a través de la somatización ( la somatización es una afección crónica en la cual el sujeto presenta síntomas físicos que involucran más de una parte del cuerpo, pero no se puede encontrar ninguna causa física sino más bien su origen es mental; sin embargo, el dolor y otros síntomas que las personas experimentan son reales y no son creados ni simulados) que el sujeto denuncia, o bien enuncia y puede dejar aparecer su estado emocional.

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