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"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

lunes, 16 de enero de 2017

Psicoanálisis del acérrimo sujeto antialcohólico.

Los síntomas característicos de la  ebriedad son el abandono consciente o preconsciente a las fantasías, discursos agresivos o diálogos sobre temas inhibidos, que en circunstancias de sobriedad el sujeto no manifestaría por estar severamente reprimidas.
En algunos sujetos alcohólicos esta liberación de los complejos va acompañada paradójicamente de una mejoría en su estructura neurótica, aunque hay que reiterar que esto no es la regla sino la excepción; también debemos señalar que una ligera ebriedad causaría los mismos efectos.
Los síntomas que se presentan bajo los efectos del alcohol, no únicamente son presididos por las bebidas embriagantes.
La ingesta de alcohol actúa solamente como factor desencadenante, destruyendo las sublimaciones e impidiendo el rechazo, pero la causa fundamental de los síntomas debe buscarse a nivel de los deseos profundamente reprimidos que exigen una inmediata satisfacción.
Mientras que para algunos sujetos «que no toleran el alcohol» la bebida es una tentativa inconsciente de autocuración mediante esta sustancia; otros neuróticos, arriesgándose a caer en el alcoholismo crónico, emplean este producto como «medicamento» teniendo un relativo «éxito» por un lapso limitado de tiempo.
Por ejemplo un sujeto que padece de agorafobia puede sacar el coraje necesario con unos sorbos de alcohol  para atravesar un gran espacio abierto. Para este sujeto su vida puede estar oscilando permanentemente entre el alcohol y la neurosis; puede suponerse sin temor a equivocarse que el alcoholismo en un sujeto así, no es la causa, sino la consecuencia de la neurosis.
Ahora bien, una pequeña cantidad de alcohol puede liberar sublimaciones inhibidas, aunque presentes. Sin embargo, cuando un borracho abraza insistentemente a su amigo, o incluso lo toca repetidamente en las nalgas, esto ya no forma parte de una sublimación sino más bien de un erotismo homosexual mal disimulado.
Otto Gross, en su excelente trabajo sobre la estructura mental del maníaco, esboza su concepción sobre la acción desencadenante del alcohol en esta patología. Nos dice que determinados sujetos maníacos, consiguen acallar sus complejos de ideas dolorosas y sus afectos penosos sin tomar estupefacientes, mediante una producción endógena de euforia,
Posiblemente el neurótico que se refugia en la bebida intenta compensar así la capacidad endógena de producir la euforia que necesita; esto hace presumir cierta analogía entre el alcohol y la «sustancia euforígena» buscada. «Efectivamente, la ebriedad con todos sus síntomas y el malestar consiguiente evoca la patología circular, en la que la melancolía sucede a la manía».
La observación y el análisis de los sujetos que fueron alcohólicos pero que dejaron de beber nos ofrece varias perspectivas sobre las relaciones entre el alcohol y la neurosis. En muchos casos, el empeño acérrimo de dejar de beber en el alcohólico puede relacionarse con hechos o abusos sexuales de los que se siente culpable y cuyo castigo sería el ascetismo aplicado a otro terreno (la privación de alcohol). Constatamos a menudo que los partidarios más tenaces de la abstinencia en el consumo del alcohol se muestran con un libertinaje en el ámbito lo sexual, cayendo en la promiscuidad.
Con lo expuesto no se pretende desvalorizar el movimiento de alcohólicos anónimos o agrupaciones análogas. Seguramente, toda vocación (incluso la del psicoanalista) posee un determinante sexual. No se pretende que el antialcoholismo se reduzca siempre a factores de este tipo, pero hay que señalar simplemente que el rechazo del alcohol es frecuentemente de origen neurótico (determinado por un contenido psíquico inconsciente), un desplazamiento de la resistencia.
El antialcohólico es un neurótico que se autoriza a vivir su libido, pero sólo al precio de un sacrificio de idéntica naturaleza (renuncia al alcohol). Esto lo podemos ejemplificar en el infante que hace tocamientos indecentes (de connotación sexual) a su compañera mientras come un helado, el remordimiento puede durar todo su vida, por lo que puede desplazar esa culpa en no probar jamás un helado.

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