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"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

viernes, 6 de enero de 2017

No se nace siendo pedófilo.

«No se nace siendo pedófilo, esto es consecuencia de un desarrollo deteriorado en la crianza del infante a cargo de sus padres.

Existen pedófilos que utilizan la violencia para practicar el acto, pero también hay quienes practican para el mismo fin una seducción «tierna» —por decirlo de alguna manera— con la finalidad de diferenciarlos; cabe señalar que estos últimos presentan una fijación de sentirse amantes de los niños en un sentido protector. Esto es lo que expresan cuando acuden al psicoanálisis pero su discurso debe ser apreciado con mayor profundidad por el nivel narcisista perverso que subyace en su personalidad. De hecho, la pedofilia sin violencia ni coacción se apoya en la fuerza de una seducción narcisista terriblemente destructiva e intimidatoria. A un nivel inconsciente el pedófilo ve al «niño amado» como si fuera «él mismo» pero obviamente «él mismo» idealizado, esto es tanto lo que anhelaría ser (Ideal del Yo) como lo que el Otro quisiera que fuera (Yo Ideal), todo esto bajo la mirada de su madre fantaseada. Para Eveline Kestemberg esta es la primera configuración organizada a partir de la unidad madre-niño.
¿Cuál es la razón que el pedófilo se interesa únicamente por infantes? En virtud del desarrollo corporal que presentan niños o niñas a esa corta edad, cuenten con rasgos marcadamente femeninos, tersura de la piel, labios delineados, cabello sedoso... esto significa que no tienen ningún rasgo grotesco característico del género masculino; con esto reencuentra sensualmente la unidad que se niega a perder, y hace pagar este mensaje lamentablemente a la víctima. Aquí reaparece el fenómeno de la «captación especular», es decir, todo el poder de la seducción que enajena al otro en el narcisismo del agresor. Esta captación es más poderosa cuanto más importante es la apuesta pero hay que señalar también la depresión que acecha constantemente en el trasfondo de esta perversión. Una depresión narcisista muy bien descripta por Guy Rosolato, que descansa especialmente sobre una experiencia de vacío bautizada por Donald Woods Winnicott como «agonía primitiva» y que no da lugar a ninguna representación simbólica. Metafóricamente hablando, el pedófilo «se alimenta de los niños» con la finalidad de escapar a la reviviscencia de esa «agonía primitiva».
Stanley Cohen dice, refiriéndose a las relaciones del pedófilo con los niños: «es lo único que les interesa en la vida». Rosolato escribe que en los casos graves de depresión es legítimo pensar en una agonía semejante, mal asumida «en la madre misma». Esta observación no deja de remitirnos al efecto que pudo producir en el sujeto pedófilo, el derrumbe de la madre en aras de idealizarse.
Podemos decir al respecto de estos sujetos que existió una organización parental con una madre constantemente amenazada por la depresión, y además un padre poco consistente (retraído, ausente, etcétera) pero buscado bajo una forma idealizada.
Las pesadillas que suelen tener generalmente los pedófilos son de connotación agresiva y/o sexual dirigida principalmente a su madre o padre.
Lo cual deja planear la pregunta: cuando un sujeto adulto mata o viola a un niño, ¿el gesto se dirige a sí mismo? O bien ¿a su madre o padre?
Lo que está en cuestión es otra vez la «escena primaria» tal como la describe el psicoanálisis. Gerard Szwec, tras estudiar la constelación familiar de los pedófilos en la literatura y en la clínica, concluye que la víctima infantil de la violación cumple el oficio de fetiche y que la imagen del padre está idealizada. Además agrega que el pedófilo es a un tiempo una madre incestuosa, un padre del tipo «padre de la horda primitiva como lo describe Sigmund Freud»: sexualmente desviado, y un niño-rey todopoderoso. El sólo compone a todos los actores de una «escena primaria» pero obviamente de una manera muy distorsionada, digamos que es una «escena primaria narcisista sin intromisión exterior».

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