Social

"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

jueves, 25 de mayo de 2017

Niñas y niños.

¿Por qué resulta tan difícil ver a los hombres y a las mujeres de una forma simétrica?
Si lo intentamos, podemos concebir la siguiente situación paralela en ambos géneros. El niño pequeño envidia la capacidad de la que goza el padre para mantener relaciones sexuales íntimas con su madre, ya que el padre le arrebata la primera relación objetal que desea mantener en cualquiera de sus formas, incluyendo la sexual. El niño envidiaría y odiará a su padre, temiendo los sentimientos proyectivos propios ante las posibles represalias del padre, que pueden conducir incluso a la castración.
La niña a su vez envidia la capacidad que tiene la madre de disfrutar de una relación sexual íntima con su padre que, además, puede crear un nuevo ser que crecerá dentro del cuerpo de su madre. La envidia que desarrolla la niña está relacionada con la capacidad de embarazarse de la madre, y sus miedos corresponden a sus propios sentimientos proyectivos de las represalias que ésta podría adoptar y que conducirían a su esterilización o incapacitación para la procreación; éste sería el equivalente al temor de resultar castrado (Melanie Klein).
Por lo tanto, se da una situación simétrica entre los niños y las niñas, y situaciones equivalentes en su categoría de adultos, al negar la diferenciación de los sexos. Toda teoría encaminada a comprender estos fenómenos sólo considerando un género conducirá a malentendidos.
No obstante, el problema en la niña está en el cambio del objeto sexual. Como Emilce Dio Bleichmar señala, la cuestión concierne no sólo a un cambio de la madre al padre, sino también a por qué la niña debiera desear ser niña en un mundo paternalista, masculino y fálico.
Stephen A. Mitchell plantea una cuestión similar e importante:
“La niña aprende una historia bien distinta. El amor que siente por su madre no es, como en el caso del niño, culturalmente peligroso, sino sexualmente ilusorio según los términos planteados por la cultura. Si persiste en la creencia de que tiene un pene... estará rechazando la realidad, hecho que supondría la base de una futura psicosis. En un caso ideal reconocería su inferioridad fálica, se identificaría con la madre a la que debe compararse, y luego desearía ocupar su puesto junto al padre”.

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