Para comprender la producción del “vacío” que padece el sujeto, debemos abordar un concepto tan extraño como el de “la ausencia del trauma: trauma”. Sin embargo, esta extrañeza desaparece si tenemos en cuenta lo que significa “la ausencia del trauma: trauma”, que surge por la falta de interés de los padres hacia sus hijos encaminándose a la indiferencia que se traduce en ausencia de conflictos parentales; en este orden de ideas la falta de erotismo de la relación vincular de los padres hacia sus hijos implica que no hubo oportunidad de germinar fantasías seductoras por lo que la sexualidad del infante en la vida adulta presentará graves conflictos... por lo tanto un desinterés erótico de los progenitores por sus vástagos, los dejará con el cuerpo frío a estos últimos. Estas faltas de interés o indiferencias no tienen incidencias en la Estructura del sujeto para posicionarse en neurótico, o perverso, o psicótico. Más bien nos acercamos a un aspecto “transtructural”, una característica del estancamiento de la libido, que desactiva el movimiento instintivo que de alguna manera debería llenar este orificio que no tiene representación, el vacío inicial.
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