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"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

martes, 23 de mayo de 2017

El Deseo de la Madre y su relación con la toxicomanía.

Los problemas que se suscitan por el amor, sexualidad, duelo, separación, asumir la función materna o paterna... son algunos de los elementos que tienen que ver con los síntomas del toxicómano. El malestar que deriva de estas situaciones encuentra en el consumo de la sustancia tóxica un modo rápido y eficaz de anulación temporaria del mismo. Cabe señalar que las cuestiones contenidas en esta constelación sintomática son representantes de los anhelos de los toxicómanos: saben perfectamente qué quieren, qué les proporcionaría bienestar, pero aun así se encuentran impedidos de alcanzar sus objetivos. Recorrer el camino necesario para alcanzar lo anhelado supone tener que soportar una carga de excitación, de expresar un deseo, algo que les resulta realmente intolerable. Es allí donde hace su aparición “las ganas de consumir”, no como efecto de ninguna abstinencia incontrolable, tampoco “porque el cuerpo lo pide”, sino como recurso para poner un tope a esta excitación cargada de lo incestuoso, en tanto que, en su estructura, el «Deseo de la Madre»* no encuentra límites.
Consumir o no, es un acto que concierne al sujeto, que tendrá la posibilidad de intervenir en su realización. La mayor o menor tolerancia a esta excitación es lo que motoriza la posibilidad de producir un acto que introduzca una variante a la repetición de lo conocido o, por el contrario, insistir en ello.

*Deseo de la Madre —termino usado por el psicoanálisis lacaniano— es producido por las ausencias de la madre durante la primera infancia, lo que resulta que el niño desee en otro sitio. (Sigmund Freud “Más allá del principio del placer”. «Fort-Da»). Así el Deseo de la Madre queda revestido de significación fálica: lo que desea fuera de mí. Este Deseo de la Madre no tiene fuerza de Ley; ya que la Ley es un exceso de presencia, es estatuto real, no está simbolizada, son citadas por el sujeto, son interpretaciones: un discurso sin palabras.
¿Qué es la Ley? En su tesis el Nombre-del-Padre, Jacques-Marie Émile Lacan el significante explicativo de la Ley se localiza en el inconsciente. La metáfora paterna surge en “Juanito”: El padre no consigue separarlo de la madre, por lo que no logra simbolizar la Ley, surge con esto el rasgo del síntoma: la sustitución del padre por el caballo.
No es que haya síntomas a pesar de una buena Ley del Nombre-del-Padre, él mismo, no es más que un síntoma entre otros. Así el síntoma no es otra cosa que la muleta para solucionar la cojera, el mecanismo para alejarse del Goce materno. Es el soporte del sujeto. Si no ha podido solucionarlo en su momento deberá inventar una alternativa para seguir “deseando” separado de su progenitora. Lacan lo llama “Sinthome”.
El síntoma es un medio para separarse de la ley de la madre a la cual está sujeto. El psicótico «inventa» algo más allá del síntoma, un delirio para que tenga efecto dicha separación.
En la neurosis, el deseo arde en relación con la Ley: “No ceder en tu deseo”, no se trata de transgredir la Ley sino la fidelidad a tu propio deseo: ¡Haz tu deber!, y acepta tu destino.
(Juanito: Caso clínico en la obra de Sigmund Freud).

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