Los ideales más sublimes a los que puede aspirar el ser humano se han visto desmantelados por el psicoanálisis, así la expresión de una pulsión intrínsecamente libre y creativa, queda definitivamente deconstruida.
La ambivalencia es la teoría por la cual se muestra la secreta complicidad entre los términos que se pretenden oponer. De este modo, la ambivalencia abarca todas las acciones que emprende el sujeto: pueden caer los opresores pero nunca la opresión (el revolucionario que alcanza la victoria se convierte en dictador), la emancipación puede ser el camino para instaurar un amo más cruel, el amor puede esconder una violencia homicida, la hostilidad una firme servidumbre afectiva hacia aquello que se odia, el psicoanalista —sin saberlo— puede ser el portavoz de la neurosis obsesiva que quiere interpretar lo imposible. Obviamente dicha neurosis se extiende a todas las ciencias, artes u oficios cuando se pretende llegar a la perfección.
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