La técnica utilizada para alejar al sujeto de la sustancia toxicológica a través de prohibiciones, vigilancias, premios y castigos es fundamental en el seguimiento de estos tratamientos. Además debemos subrayar que el toxicómano no articula palabra alguna en cuanto a sus sentimientos y emociones por lo que debe ser indispensable promover la expresión por la palabra vinculada a los afectos y sobre todo a la ambivalencia que siente especialmente respecto a sus progenitores.
Esta confrontación afectiva sostiene la creencia de la univocidad de sentido de la palabra, soslayando el malentendido fundamental que la misma encarna; suponiendo que al hablar se dice la verdad, sin tener en cuenta que cuando el sujeto habla manifiesta más de lo que dice, pero sin saber exactamente todo lo que dice. Por otro lado, se sostiene la ilusión de que a través de este parloteo afectivo es posible lograr la restitución de una función estructuralmente fallida primordialmente durante la niñez, o bien en la adolescencia.
La cuestión del límite siempre aparece como un argumento supuestamente explicativo de la situación en la que se encuentra el toxicómano y, curiosamente, es esgrimido por éste como razón principal de su malestar: “Nunca tuve o me marcaron límites mis padres”, frase conocida para psicoanalistas que trabajan con toxicómanos. Pero a poco de interrogar acerca de esto y sobre el concepto que se desprende de “haber hecho siempre lo que quise”, se comienza a comprender que es exactamente lo opuesto. Todo lo anhelado aparece siempre como lo postergado hasta el infinito.
Justamente todo aquello que han querido es lo que ni siquiera han podido iniciar. Allí hace aparición en el discurso del toxicómano el "agente etiológico" (la droga) como causa y razón de la no realización de
sus proyectos.
Es curioso que, en general, el consumo se inicie en los momentos en que el sujeto tiene que comenzar a decidir acerca de su proyecto de vida, más allá del amparo familiar.
O sea que es en la adolescencia, entendida como el período que transcurre desde el fin de la niñez hasta el inicio de la vida adulta, cuando regularmente se produce el inicio del consumo.
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