El dolor sobreviene precisamente en un momento en que no se ha introducido la dimensión de la ausencia, por eso el dolor es la genuina reacción a la pérdida del objeto cuando esté último no ha sido simbolizado. Sigmund Freud señala que este dolor psíquico ocasionado por la pérdida del objeto toma en préstamo el modelo del dolor corporal, los dos engendran el mismo estado de desvalimiento psíqulco.
Esta función del dolor, que surge como «más allá del principio de placer» ¿Acaso interviene en la abstinencia? En efecto, se puede percibir el imperativo del tratamiento de un dolor a través del discurso del toxicómano.
La palabra parece ocupada por una presencia alucinatoria del cuerpo y dice la urgencia de una sedación del dolor para restablecer una forma de homeostasis*. Una primera forma de sedación del dolor puede evidentemente estar referida a lo que se presenta como un dolor corporal. De hecho, estudios recientes neurofisiológicos demuestran que circuitos neuronales del dolor están interesados en el fenómeno de la dependencia de ciertas drogas. No se puede desconocer que la abstinencia trae consigo muy concretamente una reaparición de todos los dolores que el cuerpo anestesiado del toxicómano que no percibía ya. En cierta manera es su cuerpo el que le vuelve a través del límite designado por el dolor. Es un cuerpo que ya no sabía dónde le dolía: infecciones, dolencias, heridas se reavivan en tanto resurge la percepción de las diferencias.
La abstinencia implica efectivamente el retorno del «dolor consciente», que por lo demás no carece de relación con el estado de desvalimiento ligado a la efracción**. Pero aunque el cuerpo vuelva en cierto modo, bajo la forma de los límites y de los puntos de resistencia que lo dibujan en negativo, estos sujetos no forzosamente consienten en hacerse cargo de él. En la diferencia, toda vez que interviene una actividad alucinatoria como para negar la confrontación con esos límites.
En cuanto al problema psicoanalítico planteado por la abstinencia, mientras subsista una formación alucinatoria de un «miembro fantasma» los toxicómanos se limitarán casi siempre a una demanda médica, por ejemplo:¡Saquen lo que anda mal dentro de mi cabezal!La respuesta a semejante demanda obviamente sólo podría ser de naturaleza quirúrgica. En esas condiciones, la ambigüedad de la cura en el caso de los toxicómanos cobra toda su dimensión (la cura psicoanalítica como cura de desintoxicación mental). Con semejante planteamiento el psicoanalista seria requerido para tratar la psique como si fuera un órgano.
Las quejas de los toxicómanos evocan así una arma de mutilación, cuando ya no se ejerce la acción del farmakon, resurge ese «dolor narcisista» que intenta ligar las excitaciones. Y Freud nos muestra que esa actividad se cumple cuando las ligazones significantes fracasan en organizar la realidad psíquica.
Es que la operación del farmakon representa una «cancelación tóxica» del dolor y una restauración de un objeto alucinatorio. Sobreviene entonces como en respuesta a una falta de elaboración del cuerpo, que evoca. según las diferentes toxicomanías una perturbación del narcisismo o una falta de elaboración del cuerpo pulsional, ligadas ambas directamente a una insuficiencia de la función simbólica.
Cuando «la psique» solicita «un estado ideal de inercia», toda clase de excitaciones adquieren el valor de efracciones. Esa semivigilia o esa narcosis que caracterizan a muchas toxicomanías corresponden a una forma de repliegue narcisista de la libido y a un retiro de los intereses del mundo exterior que conservan al cuerpo en la dimensión de lo alucinatorio cuando se ha producido una efracción. Como si estuvieran absorbidos por el tratamiento de un organismo, muchos toxicómanos ya no se interesan por sus vínculos afectivos, ni por sus necesidades más básicas, ni por el amor, el deseo sexual se desvanece y hasta el hambre deja de manifestarse. Un toxicómano podría decir estas palabras: “Cuando no me drogo es como si dentro de mi cabeza se agitara fragmentos de pensamientos aleatoriamente, ninguno concreto, todos mis pensamientos vuelven en todos los sentidos, eso es lo que me provoca primero ansiedad y después me empieza a «doler»”.
*Homeostasis: Conjunto de fenómenos de autorregulación, conducentes al mantenimiento de una relativa constancia en la composición y las propiedades del medio interno de un organismo.
**Efracción: Vulneración o penetración de un espacio que el sujeto deseaba tener privado. Lesión física.
Be First to Post Comment !
Publicar un comentario