Existe un momento delicado durante el desarrollo de la niña cuando se percata que los bebés antes de nacer se encuentran dentro del vientre de su madre o de las demás mujeres, esto regularmente conlleva la fantasía que el parto tiene lugar por el ano.
Este momento resulta ser crucial porque la niña percibe un fantasma erróneo, por lo que deben hacerse las explicaciones pertinentes para evitar que se coloquen en las articulaciones mentales de la niña y afecte su desarrollo psicosexual. Hay que decirle por ejemplo: «Estás equivocada, el bebé nace por la vagina». En seguida ella preguntará: «¿Y por dónde entra?». A esto se puede responder, dependiendo de la edad y madurez del infante, desde expresar: «Cuando seas adulta y tengas marido, él debe explicarte como se introduce un bebé».
La niña puede continuar con sus preguntas y las respuestas debe ser siempre justas, simples y dejar abierta la posibilidad a otras preguntas, a las que se irá respondiendo a medida que se presenten, hasta el momento en el que se tenga que explicar de manera directa, que los bebés nacen por la introducción del pene en la vagina y desde ese momento empieza a crecer un bebé dentro del vientre de la madre.
Cuando un infante no sigue formulando preguntas de índole sexual no es necesario continuar dándole explicaciones, esto podría llevarlo a sentirse intimidado por el adulto.
Entre los cuatro a ochos años de edad aproximadamente el Complejo de Edipo se encuentra muy activo en la niña, pues el padre es el objeto de sus pensamientos, ensueños y los fantasmas. Es totalmente inútil disuadirla de ello si no verbaliza constantemente esta esperanza, pues una niña que la verbaliza a cada instante está formulando, en realidad, una pregunta implícita. Basta que en el momento oportuno la madre le diga a su pequeña hija: «Yo no me casé con tu abuelo, que es mi padre». Esta respuesta en ocasiones basta para liberar a la niña, aunque a veces esto no resulta suficiente por estar su sensualidad muy comprometida. Llegará entonces el día que la hija corteje a su padre más de lo acostumbrado, y el progenitor debe expresar: «Nunca te amaré como mujer, porque eres mi hija. Además a la amo como esposa, es a tu madre».
Esta verbalización absolutamente simple de «prohibición del incesto» alivia a la niña de sus fantasmas edípicos. A la madre le correspondería también decirle a su hija, que todas las niñas de su edad en algún momento pensaron que se casarían con su propio padre.
La curiosidad de la niña se despierta cada vez más y desea enterarse con mayor detalle de la vida íntima de sus padres. Esta curiosidad va a traer consigo —si no es objeto de reproche— incitación de la niña para que pregunte lo que desea saber (lo que el padre y la madre hacen en la cama), la respuesta exacta en lo referente a las relaciones de amor y de contacto físico será que la vida le brindará también estas relaciones cuando sea adulta y, sobre todo, darle la idea de que ella nació, precisamente, gracias al amor y deseo de sus progenitores. Esta dilucidación del fantasma proporcionado a la niña de la «escena primaria», cuando se verbaliza en un buen ambiente entre ésta, su madre y su padre (pues es una conversación que se puede tener entre varios), produce en la niña la liberación definitiva de lo que quedaba de incestuoso respecto de su padre, en su aspecto heterosexual, y de su madre, en su aspecto homosexual.
La resolución edípica es un momento decisivo para el desarrollo psicosexual de la niña y debe ir acompañada por la prohibición del incesto lateral con los hermanos, en su caso.
Be First to Post Comment !
Publicar un comentario