Social

"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

martes, 9 de mayo de 2017

La discontinuidad de la pareja evita una fusión catastrófica.

La «discontinuidad» que se observa en el vínculo de pareja ha sido descrito detalladamente por Karl Muller-Braunschweig, Michael Fain y por André Green, esta discontinuidad tiene su origen en la relación entre madre-infante. Según Braunschweig y Fain, en el momento en que la madre es inaccesible para el infante porque se ha vuelto hacia el esposo como partenaire sexual, el vástago —desde las primeras semanas de nacido— se percata de ese hecho.
La progenitora puede alternar entre sus dos roles y pasar fácilmente de ser una madre tierna, sutilmente erótica, afectuosa con su su hijo, a convertirse en partenaire activamente sexual del esposo, por lo tanto el infante se identifica inconscientemente con ella en ambos roles.
Esta discontinuidad de la madre activa las fuentes más tempranas de frustración y deseo en el niño. Asimismo, a través de la identificación con la madre se pone en marcha la capacidad del infante para la discontinuidad en sus relaciones íntimas. Siempre —según Braunschweig y Fain— el autoerotismo del infante proviene de las repetidas secuencias de «gratificación» alternadas con la de «frustración» de su deseo de fusión con la madre: la masturbación infantil puede representar una relación objetal antes de convertirse en una defensa contra esa relación.
André Green considera que esta discontinuidad es una característica básica del funcionamiento humano en la normalidad y la psicopatología. “Señala que la discontinuidad en las relaciones amorosas protege de una fusión peligrosa en la cual la agresión se volvería suprema”. Los hombres despliegan su capacidad para la discontinuidad en su relación con las mujeres: separarse de la mujer después del coito representa una afirmación de su autonomía (básicamente una reacción narcisista normal al alejamiento de la madre, inconscientemente hablando, por supuesto); lo típico es que la mayoría de las mujeres está acción la interpretan erróneamente, según el cliché cultural de que los hombres tienen menos capacidad para establecer una relación dependiente.
Por otro lado, en las mujeres, esta discontinuidad se activa normalmente en la interacción con sus infantes, que incluye la dimensión erótica. Esto lleva a que el hombre sienta a menudo que ha sido abandonado o desplazado por su progenie: una vez más, según un cliché cultural (en este caso masculino), el de la incompatibilidad de las funciones maternas con el erotismo heterosexual en las mujeres.
Las diferencias entre hombres y mujeres en la capacidad para tolerar las discontinuidades también se pone de manifiesto en el vínculo de las relaciones amorosas, como ha señalado Francesco Alberoni: “Las mujeres por lo general interrumpen sus relaciones sexuales con un hombre que ya no aman, y establecen una discontinuidad radical entre una vieja relación amorosa y otra nueva. Los hombres son por lo general capaces de mantener una relación sexual con una mujer aunque su compromiso emocional esté en otra parte, es decir que tienen una mayor capacidad para tolerar la discontinuidad entre las investiduras emocional y erótica, y para la continuidad de la investidura erótica de, una mujer, en la realidad y en la fantasía, durante muchos años, aunque no tengan una verdadera relación en curso con ella”.
La discontinuidad masculina entre las actitudes eróticas y tiernas con respecto a las mujeres se refleja en la disociación de la "virgen" y la "puta", su defensa más típica contra la relación sexual edípica con la madre, prohibida, pero inconscientemente deseada sin renunciamiento.
Ahora bien, más allá de esa disociación, los conflictos preedípicos profundos con la madre tienden a resurgir sin dilución en las relaciones de los hombres con las mujeres, interfiriendo en la capacidad de ellos para comprometerse profundamente con la pareja. «Para las mujeres, que ya en la primera infancia han transformado su compromiso con la madre en un compromiso con el padre, el problema no consiste en la incapacidad para comprometerse en una relación dependiente con un hombre; se trata más bien de la incapacidad para tolerar y aceptar su propia libertad sexual en esa relación. En contraste con la afirmación masculina de la genitalidad fálica desde la primera infancia, en el contexto de la erotización inconsciente de la relación madre-infante, las mujeres tienen que redescubrir la sexualidad vaginal original, inhibida inconscientemente en las relaciones entre madre e hija. Se podría decir que, al establecer una relación amorosa, hombres y mujeres tienen que aprender a lo largo del tiempo con qué viene el otro preparado: los hombres deben aprender el compromiso profundo, y las mujeres la libertad sexual». Obviamente, existen excepciones significativas, como por ejemplo la psicopatología narcisista en las mujeres y los tipos severos de angustia de castración de cualquier origen en los hombres.

Be First to Post Comment !
Publicar un comentario