Regularmente se entiende la palabra “perverso” como sinónimo de maldad, que corrompe las buenas costumbres, que daña a otros con sus conductas, sentimientos o impulsos de manera intencional y disfruta con ello.
Si bien estas conductas pueden ser entendidas como arrebatos ocasionales, o bien ser calificadas como extremas en la concepción cotidiana, también pueden resultar manifestaciones de una cierta estructura subjetiva que en psicoanálisis se denomina “perversión”.
Desde el psicoanálisis la perversión es una estructura con la cual se conforma el sujeto y que le permite mantener el Goce de la fantasía plena, es decir, reniega de los límites, de lo imperfecto, se presenta como una renuencia para aceptar y asumir limitaciones y carencias, tanto propias, como,
primordialmente, la “Falta” de perfección y de plenitud del “Otro Omnipotente” ¿Qué significa esto? Pongamos un ejemplo: Un niño espera con ilusión la llegada de los Reyes Magos pero meses antes le confían sus amigos que los Reyes Magos son sus padres y entonces la magia desaparece, frente a la frustración de este descubrimiento, surge la tentación de “hacer como que no se ha dado cuenta”, con la fantasía que de esta manera la magia no se acabará y podrá seguir gozando de ésta. En este ejemplo, el niño en cuestión habrá demostrado renuencia a aceptar que la magia no existe, por no convenir a sus intereses, por tanto desmiente la realidad y la suple con su fantasía.
Ahora bien, en el proceso de desarrollo, el niño recibe de sus padres, o quienes realizan la función parental, cuidado y seguridad, al igual que cariño y sobre todo reconocimiento, en particular cuando se porta bien y obedece a su madre. El infante concibe a su progenitora como un “Otro Omnipotente”, por tanto su reconocimiento le hace sentir valioso, goza cuando corrobora que él es capaz de ser lo que su madre: “Otro Omnipotente” desea que él sea, sin embargo, la omnipotencia y completud de la madre es una fantasía.
Tarde o temprano, el niño se percata de que su madre tiene faltas, limitaciones, deseos imposibles de satisfacer porque están más allá de sus posibilidades. El vástago se da cuenta de que su madre no es todo, no abarca todo, ni tiene todo, no toma todas las decisiones, no tiene todo el poder, no tiene magia, entonces existe una «Falta» en ella. Esta situación es muy difícil de asumir por varias razones. Por una parte, provoca un sentimiento de vulnerabilidad, pues en esta madre omnipotente se encuentra depositada la seguridad y protección, que no será capaz de proveer, si no lo puede todo. En segunda instancia, reconocer la limitación de la omnipotencia es cuestionar el propio valor, dado que, quien otorga el reconocimiento y validación fundamentales, resulta no contar con el máximo nivel. Finalmente, aceptar las limitaciones de la madre conlleva la renuncia al Goce de la propia plenitud, pues se concibe que el cumplir cabalmente lo que la madre “Otro Omnipotente” espera o demanda tiene como resultado la propia plenitud.
Jacques-Marie Émile Lacan señala que la función materna es aquella que provee cuidados primordiales, cariño y aceptación, mientras que la función paterna es aquella que permite cortar el vínculo de dependencia del hijo hacia la madre, liberándole, abriéndose con ello la posibilidad de la individualidad y la subjetividad —tanto del hijo como de la madre— dando por lo tanto una vinculación diferente.
Regresando a la Estructura Perversa esta tiene como eje fundamental el rechazo de la “Ley Paterna” que trae consigo la posibilidad de renunciar al Goce inmediato en aras de la opción de posicionarse como sujeto y acceder a satisfacciones futuras. El perverso rechaza la existencia de la falta, de la carencia, de los límites, de la realidad, de la responsabilidad subjetiva y la posibilidad de individualidad, para mantener la fantasía de completud que lo une con su madre “Otro Omnipotente”, manteniendo una dependencia y sobre todo el Goce obtenido al complacer a ese “Otro Omnipotente”.
En la Estructura Perversa, se reniega principalmente de una cosa: la Ley Paterna, la falta y los límites, para aferrarse a otra: la dependencia, la fantasía de completud, el narcisismo y el Goce.
El descubrimiento de una falta en el “Otro Omnipotente”, abre toda una gama de respuestas y tiene repercusiones paradójicas, incluso contradictorias. Se trata, por una parte, del descubrimiento de una realidad que el sujeto rechaza y por otra parte de una maniobra por medio de la cual anula la percepción rechazada y sostiene la ilusión de que todo sigue como antes, intacto como cuando era un niño. La respuesta del sujeto perverso es la desmentida, la renegación. Como en el ejemplo del niño que rechaza la inexistencia de la magia de los Reyes Magos, el sujeto perverso elige “hacer como que no se da cuenta” y en su percepción sustituye la realidad, por una ilusión que le permite continuar con su Goce. Con esta operación inconsciente de sustitución de la realidad por la ilusión, surge una alternativa: convertirse el sujeto mismo en aquello que falta al “Otro Omnipotente”. Así, la completud del Otro, es asumida como tarea que hay que llevar de manera compulsiva y al pie de la letra. El sujeto así posicionado supone haber comprendido qué es aquello que le falta al Otro, al que ama, y toma la decisión de no retroceder ante las exigencias que supone ocupar el lugar de objeto que propicia el Goce para ese Otro. Al hacerlo se rechaza la diferenciación y el límite entre ambos, es decir, se pierde la perspectiva de hasta donde llega el perverso y donde empieza su víctima, cuál es su deseo y cuál es el deseo de aquel. “Se pierde así, en el sujeto perverso su propia posición como «sujeto de deseo», para asumir una posición de «objeto de uso y Goce del Otro»”. Podríamos decir que en un primer momento, asumir la “tarea” de complementar al Otro, es colocarse en una posición de víctima, pues el sujeto perverso, queda “diluido” en el proceso. El sujeto perverso se posiciona como aquello que es capaz de colmar el deseo de ese “Otro Omnipotente”, al hacerlo se crea la fantasía de que el Otro es realmenteomnipotente, pues al “llenarse” lo que le falta, le confiere plenitud, le hace perfecto, y con esta perfección le lleva al Goce tan fervientemente anhelado.
Al rechazar la falta en el Otro Omnipotente, y completarle para que realmente sea omnipotente, lo que hace el sujeto perverso es reivindicar el propio valor —pero insistamos— no reivindica un valor subjetivo, sino que se coloca en la posición de objeto: usado, gozado, querido, apreciado, y de ahí hasta llegar a ser un “objeto indispensable” para el Otro. A partir de este momento se da un giro en la posición inicial, el sujeto perverso asume así el control y una postura de poder sobre el Otro.
¿El perverso disfruta dañándose a sí mismo o ha los demás? El sujeto perverso desmiente la realidad y la sustituye con una ilusión. Al asumir como real la ilusión de que completa al otro, el sujeto perverso siente que es el medio para que el otro sea pleno, para que no le falte nada, y a la vez siente que la única razón de su existencia es el lograr que el otro sea pleno gracias a él.
Así pues, el sujeto perverso busca ser indispensable para el otro, o al menos hacerle creer que lo es, y desde esta posición provoca que el otro le deba a él su plenitud, que quede en deuda con él. De esta manera, el sujeto perverso pasa de una posición objeto de Goce del otro al que busca completar, a una posición de poder y dominio sobre el otro. La relación se invierte y ahora es el sujeto perverso quien usa al otro como objeto que le debe “tributo”, y debe pagarle, en primera instancia “gozando” de la plenitud que él le otorga, y también le debe: agradecimiento, reciprocidad, atención, consideración, obediencia, amor, amistad, etcétera y así se construye una lista interminable de deudas que nunca pueden ser saldadas. La deuda hacia el perverso es ilimitada, dado que el sujeto perverso ha rechazado y desmentido los límites.
Por otra parte, si bien el sujeto perverso ha desmentido los límites, ha rechazado la realidad y la ha sustituido por una ilusión, sabe que los límites existen, que los ha desmentido pero que están ahí, y que al partir de su rechazo, no puede identificarlos por sí mismo. En este sentido, el perverso requiere que otro se los señale. Es aquí donde el sujeto perverso presenta conductas que dañan a los demás pues busca provocar angustia en el otro, como medio para identificar el límite; por ejemplo transgredir la ley con la intención (inconsciente) de ser aprendido y castigado.
El psicoanálisis no cura o modifica una estructura subjetiva porque esta se forma durante la infancia y se mantendrá intacta hasta la muerte. El propósito del psicoanálisis es reacomodar y resignificar varios elementos y componentes de la estructura.
La estructura que cada sujeto tiene se debe comprender como una forma de posicionarse ante la vida, y no como una enfermedad.
En el caso de la perversión, el psicoanálisis tiene un desarrollo y un propósito diferente que en el caso de la neurosis o psicosis. Para la perversión, lo primordial es establecer una serie de límites externos que sirvan como marco de referencia para la sujeto, forjar una especie de armadura exterior que permita contener el pasaje al acto «acting out» y evitar que cause daños a otros y a sí mismo.
Cabe señalar que es muy difícil que un perverso solicite ayuda al psicoanalista, o recurra a cualquier otro tipo de terapia. En el caso de que decidan, regularmente permanecerán por un breve período, ya que les resulta insoportable la angustia que surge al intentar desentrañar su estructura subjetiva, siendo insuficiente el trabajo psicoanalítico que pueda realizarse con ellos.
Nada más para concluir, hagamos una referencia importante sobre el “Otro” y la “psicología del Yo”, en contraste con los “ego-psicólogos” estadounidenses de la época, donde Jacques-Marie Émile Lacan consideraba al Yo como algo constituido en el "Otro". Lacan argumenta que el movimiento psicoanalista estadounidense hacia el entendimiento del ego como una fuerza coherente con control sobre la psique de un sujeto estaba basado en una mala interpretación de Sigmund Freud. Para Lacan, el Yo permanece en conflicto interno permanente, solo soportable mediante el autoengaño. Asimismo agrega Lacan que con el Complejo de Castración, es la forma como el sujeto adquiere conciencia de la incompletud del “Otro Omnipotente”, de su cualidad de sujeto a su vez, aunque por sobre el sujeto físico ($). La incompletud del Otro lleva por nombre la “Falta”, y hace referencia a la dialéctica que se da entre el sujeto físico y el mundo social imaginario (|).
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