Social

"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

miércoles, 10 de mayo de 2017

Los factores responsables para mantener el vínculo afectivo.

Aunque no existe una receta mágica para esto, podríamos señalar al menos dos respuestas convencionales y corrientes, la primera es las “costumbres sociales” que tienen como propósito proteger la estructura del matrimonio y, en la medida en que las estructuras culturales y sociales parecen ahora estar desintegrándose, la institución del matrimonio está en peligro; la segunda respuesta es que el “amor maduro” supone amistad y compañerismo, las cuales van reemplazando gradualmente la intensidad apasionada del amor inicialmente romántico, y aseguran la continuidad de la vida común de la pareja.
Ahora bien, desde un punto de vista psicoanalítico, el deseo de llegar a ser una pareja y de tal modo satisfacer las profundas necesidades inconscientes de una identificación amorosa con los propios progenitores y sus roles en una relación sexual, es tan importante como las fuerzas agresivas que tienden a socavar las relaciones íntimas. Lo que destruye el apego apasionado y puede generar una sensación de encarcelamiento y «hastío sexual» es en realidad la activación de la agresión, que amenaza el delicado equilibrio entre el sadomasoquismo y el amor en la relación de pareja, tanto sexual como emocional. Pero a medida que se desarrolla la intimidad emocional entra en juego una dinámica más específica. El deseo inconsciente de reparar las relaciones patógenas dominantes del pasado y la tentación de repetirlas en los términos de las necesidades agresivas y vengativas no satisfechas originan su reescenificación con el partenaire amado. Por medio de la identificación proyectiva, cada miembro de la pareja tiende a inducir en el otro las características del objeto edípico y/o preedípico (madre y padre) pasado con el cual él o ella tuvo conflictos.
La identificación proyectiva es un mecanismo de defensa primitivo pero frecuente que consiste en una tendencia a proyectar un impulso sobre otro sujeto, miedo a ese otro sujeto en razón del impulso proyectado, tendencia inconsciente a inducir dicho impulso en la otro, y necesidad de controlarlo que está bajo la influencia de este mecanismo.
Si hubo conflictos severos durante la infancia en torno a la agresión, surge la posibilidad de que se reescenifiquen imágenes primitivas, combinaciones fantaseadas de la madre y el padre, que presentan pocas semejanzas con las características reales de los objetos parentales.
Inconscientemente, se establece un equilibrio por medio del cual cada uno de los partenaires complementa la relación objetal patógena dominante del pasado del otro, y esto tiende a aglutinar la relación de modos nuevos, impredecibles. En términos descriptivos, encontramos que las parejas interactúan en su intimidad de muchas pequeñas maneras “locas”. Esta “locura privada” (para emplear la expresión de André Green) puede ser tanto frustradora como excitante, porque se produce en el contexto de una relación que quizá sea la más excitante, satisfactoria y realizadora con la que los dos miembros de la pareja pudieron soñar. Para un observador, la pareja parece escenificar un guión extraño, completamente distinto de sus interacciones comunes, un guión que, sin embargo, ha sido repetidamente desplegado en el pasado. Verbigracia, un marido dominador y una esposa sumisa se transforman en un niñito gimoteante y una maestra de escuela gruñona cuando él está engripado y necesita que lo cuiden; o bien una esposa con tacto y empatía, cuyo marido es directo y agresivo, se convierte en una quejosa paranoide, y él en un cuidador maternal, tranquilizador, cuando la mujer se siente desdeñada por un tercero; asimismo, una orgía de platos arrojadizos puede irrumpir de tiempo en tiempo en el estilo de vida armonioso de la pareja. Lo común es que esta “unión en la locura” tienda a ser interrumpida por los aspectos más normales y gratificantes de la relación de pareja en los ámbitos sexual, emocional, intelectual y cultural. De hecho, por paradójico que suene, la capacidad para la discontinuidad en la relación desempeña un papel central en su mantenimiento.

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