Social

"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

jueves, 25 de mayo de 2017

El trauma suscitado en la infancia.

Existen sujetos que padecieron en su infancia traumas de índole sexual o de violencia física y psicológica pero es difícil establecer una correlación directa entre el trauma y la “Estructura Perversa” que pudieran presentar en su vida adulta, sin embargo cabe señalar que las experiencias traumáticas vividas de manera repetida y prolongada, aunque fueran de grado menor, resultarían ser las que realmente lo conducirán a la perversión y no el trauma padecido de forma única y aislada durante la infancia.
Un niño que es abusado sexualmente por un adulto sufre un ataque catastrófico a su confianza con el mundo que lo rodea, lo que socava su capacidad de establecer y crear relaciones satisfactorias con los demás el resto de su vida. El abuso sexual es seguramente la forma más seria de traición que pueda sufrir un niño por parte de un adulto, y peor aun si se trata de su padre, madre o hermanos que representa su círculo social más íntimo.
Ahora bien, el trauma sexual distorsiona el desarrollo psicosexual del niño, haciéndole olvidar la experiencia traumática y haciéndolo incapaz de entenderlo.
El trauma sexual induce al infante a confrontar su proceso de crecimiento disociando la experiencia del abuso y, por tanto, borrándolo de su memoria.
Aun aceptando que ningún estado psicopatológico puede desarrollarse sin una acción traumática concomitante, la disposición subjetiva de algunos niños para desarrollar las estructuras psicopatológicas que conducirán a la perversión sigue siendo un misterio.
De acuerdo con Kerry Kelly Novick y Jack Novick, los niños masoquistas con fantasías de ser golpeados, regularmente padecieron dificultades emocionales en los primeros meses de su vida. La falta de placer mutuo en la relación madre-hijo se observa con frecuencia en el tratamiento psicoanalítico de estos. En los casos de traumatismo no sexual, la tendencia es recrear los eventos dolorosos mediante la identificación con el agresor o revivirlos en la erotización defensiva.
La negligencia de los padres para percatarse de que su hijo no resulta ser tan tranquilo, sereno y bien educado, o bien que permanece aislado, sumergido en actividades de masturbación compulsiva, alejado de las relaciones intersubjetivas, puede llevar a pensar que no únicamente el infante padece un trastorno sino también todo su núcleo social por la indiferencia que mantienen con respecto al niño.
Independientemente que sea un factor determinante para la perversión, los traumas a los que hemos hecho alusión, la ausencia de apoyo emocional para el crecimiento del infante es un factor clave para su sano desarrollo. Estas deficiencias se acompañan a menudo de una fuga hacia la excitación sexual, mediante la cual el infante intenta compensar el vacío relacional, desviándolo a los canales de una vida disociada de la realidad y del amor relacional.

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