Lo queremos aceptar o no, somos sujetos consagrados a la sexualidad de manera directa o encubierta todos los días de nuestra vida. Únicamente nos falta observar con atención a nuestro alrededor para darnos cuenta de ello: "Hombres y mujeres ponen gran esmero a su arreglo personal con la salvedad de ser atractivos sexualmente, maquillaje, bisutería, peinados, perfumes, coqueteo, seducción, conquista, chistes eróticos, cortejo, galantería, y no se diga de nuestra vestimenta y de las redes sociales para ese propósito. En este sentido, Sigmund Freud fue acusado de considerar al sujeto como pansexualista, pero con una moral recalcitrante casi todos negamos eso, incluso el que practica la castidad debe luchar incansablemente contra todos esos pensamientos y fantasías de índole sexual que lo atormentan a diario.
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