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"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

lunes, 28 de noviembre de 2016

Las prácticas espirituales como el yoga, reiki, chacras, etcétera nos prometen un ideal entrañable: "El retorno a la naturaleza", algo que lamentablemente jamás vamos a volver alcanzar.

Cuando acudimos a clases de yoga, reiki o cualquier otra práctica espiritual es muy común que —independientemente de los ejercicios físicos que nos enseñan— también el instructor nos de un discurso expresando que el ser humano en la actualidad es un títere del capitalismo, del consumo desmedido... y sobre todo que carece por completo del conocimiento y funcionamiento del organismo. Con esta conjunción nos
exhorta a reconocer todas las partes de nuestro cuerpo en sus movimientos; a estar más apegadas a la naturaleza; sobre técnicas de respiración, etcétera y sobre todo a meditar.
Ahora bien, la ignorancia que casi la mayoría de los seres humanos tenemos respecto al cuerpo no se debe únicamente a la época actual, ni a la sociedad de consumo. Sin lugar a dudas todo eso es verdad, pero como toda verdad es sólo parcial, porque el problema es de un calado mucho más profundo, más estructural e irremediable.
El psicoanálisis nos enseña esa profundidad que no alcanzan a visualizar todas esas prácticas espirituales —para desgracia de aquellos que tenazmente las practican— revelando la condición humana y señalar que no ha existido ninguna época de la historia, ni cultura alguna, que permitiera una relación natural del ser hablante con su cuerpo ¿a qué se debe esto? Se debe a que en la medida que estamos atravesados por el lenguaje ya no habitamos en un medio natural, ni podemos mantener una relación directa con la vida; que la muerte, la sexualidad, la alimentación, la defecación, las relaciones interpersonales... han quedado afectados irreversiblemente por las palabras y que éstas no han hecho sino distorsionar cada una de esas funciones, extraviándolas de sus rieles biológicos naturales.
Frente al agujero que deja la falta del instinto animal surge una especie de compensación simbólica que trata de actuar como suplencia, yes por esta razón que proliferan los discursos sobre "llevar una vida sana", la relación sexual satisfactoria, la nutrición adecuada, los modos de parir que intentan remedar a lo supuestamente natural, las técnicas de relajación, la sabiduría oriental, el yoga, el pilates... el idealentrañable del retorno a la naturaleza que jamás vamos a volver alcanzar. Tantos más saberes cuanto que no hay un saber único e inequívoco que defina cómo habitar un cuerpo.
Cabe señalar que el psicoanálisis no sólo se dedica a lo que acontece en la psique en detrimento del cuerpo, ésta es una idea equivocada basada en el hecho cierto de en las sesiones de psicoanálisis tanto el psicoanalista como el psicoanalizado solamente hacenuso de la palabra. Si el psicoanálisis se dedicara sólo a la mente, debería haber surgido del mundo de la psiquiatría dedicado a las denominadas enfermedades mentales, y no de la mano de un médico especializado en neurología, Sigmund Freud, quien quiso aprender algo nuevo de aquellos cuerpos cuyas enfermedades no tenían una causa orgánica demostrable y que se diagnosticaban como histeria.
La clínica psicoanalítica, desde sus orígenes, no se centra en lo mental dejando de lado el cuerpo, por el contrario, el psicoanálisis dirige toda su atención a lo que aconteciendo en el cuerpo contradice la lógica científica del organismo. El psicoanálisis se ocupa de un aspecto muy concreto del ser humano cuyas consecuencias son formidables: el punto de encuentro entre el organismo viviente y la palabra. Un encuentro que tiene un carácter traumático per se, de modo que en todo ser humano hay un trauma original, aquel que lo exilia del mundo animal para constituirlo como sujeto de la palabra. A partir de este encuentro el organismo pierde su estatuto original y en su lugar se produce una construcción muy compleja a la que denominamos “cuerpo” y que requiere del auxilio de lo imaginario y de lo simbólico para sustentarse.

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