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"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

lunes, 21 de noviembre de 2016

Aspectos biológicos de la asignación del sexo.

En experimentos en animales de laboratorio los fisiólogos del cerebro están determinando los mecanismos neurohumorales que afectan el comportamiento sexual (Goy, Phoenix y Young, 1962; Barraclough y Gorski, 1962). Según Young ( 1965) el código genético desencadena la liberación bioquímica que desarrollará el tejido embrionario en alguna de las dos direcciones (Jost, 1958; Gorki y Whalen, 1966; Grady y Phoenix, 1965; Harris y Levine, 1962; Phoenix, Goy y Resko, 1968). Uno de los hallazgos más sorprendentes es que sólo si el cerebro fetal, el hipotálamo, es activado por andrógenos la conducta masculina se desarrolla. El estado neutro, de reposo o inicial para los mecanismos centrales del sexo, así como los rudimentos de los órganos sexuales y sus aparatos anexos, son femeninos; si la corriente normal de andrógenos es bloqueada, retoma el comando el cerebro femenino. Aparentemente el cerebro consistiría en un sistema anatómico único, y sólo si es activado con andrógenos, la «roca» para la masculinidad se implanta, si no permanece femenino.

‹‹Desde el punto de vista neurofisiológico el cerebro del hombre resulta ser un cerebro hembra androgeneizado, y embriológicamente el pene es un clítoris masculinizado››.

Las anomalías sexuales genéticas y congénitas nos indican que los seres humanos nos concebimos como mujeres y con los cambios hormonales se "convierten" en hombres, anatómicamente hablando (Money, Hampson y Hampsón, 1955)
1.- Anormalidades cromómicas XO (Síndrome de Turner). Estos sujetos en lugar de poseer los dos cromosomas XX o XY carecen del segundo cromosoma y no tienen gónadas productoras de hormonas sexuales, sin embargo el desarrollo anatómico es de mujer. Generalmente presentan comportamiento femenino y son heterosexuales.
2.- Síndrome de insensibilidad andrógeno (Feminización testicular). Estos sujetos que presentan un perfil cromosómico XY se desarrollan como mujeres heterosexuales. Es probable que el defecto hormonal sea en el órgano periférico que no responde a los andrógenos en circulación.
3.- Hipogonadismo constitucional en hombres. Estos sujetos se presentan físicamente normales al nacer, recién llegan a la adolescencia se les descubre una deficiencia en andrógenos. Un gran número de estos casos son femeninos desde la infancia o creen ser niñas.
4.- Trastornos del lóbulo temporal. En sesenta y siete casos de trastornos paroxísticos del lóbulo temporal se observaron conductas de inversión sexual, sólo en hombres. La conducta (comúnmente vestirse con ropas de mujer) sobrevino en el acmé de la crisis, la remisión de la crisis hace desaparecer también el trastorno de conducta.
5.- Castración del hombre. Si se produce antes de la pubertad no sólo se extinguen los caracteres sexuales secundarios, sino la sexualidad en su totalidad. Si se efectúa después de la pubertad, se ve marcadamente disminuida.
6.- La castración de la mujer no produce los mismos efectos; niñas púberes que son ovariectomizadas pueden como los adultos desarrollar una sexualidad normal y tener orgasmo. De la misma manera la extirpación de ovarios en la mujer adulta no disminuye ni su necesidad sexual ni su placer.
Todo parece indicar que las hormonas andrógenas constituyen el substrato biológico del deseo sexual tanto en los nombres como en las mujeres. En la mujer dependería de una ínfima cantidad de andrógenos que normalmente produce la suprarrenal, ya que la suprarrenalectomía ocasiona la abolición casi completa de la sexualidad. Por otra parte, la administración de estrógenos a un hombre no modifica su comportamiento sexual, salvo que por hacerlo en grandes cantidades compita con la producción de testosterona. En cambio las mujeres a quienes se les ha administrado andrógenos ven su libido reactivada. ‹‹Pero lo importante a recalcar es que la sustracción o adición de hormonas no modifica la orientación de la libido. Así, si se le administra a una mujer andrógenos, aunque pueda masculinizarse en sus caracteres sexuales, externos, sigue deseando a un hombre. De la misma manera que la ingestión de andrógenos por un homosexual afeminado no lo transforma en menos afeminado, sino que acrecienta su deseo de relaciones homosexuales››. Por tanto, la intuición freudiana sobre el carácter masculino de la libido en tanto deseo sexual hallaría su certeza en la naturaleza andrógena de las hormonas activadoras del deseo, pero éste sigue siendo fiel a su fantasma, y ni se masculiniza ni se feminiza por la acción de los andrógenos, sólo disminuye o cobra intensidad.
Robert J. Stoller sostiene que todas estas evidencias nos llevan a refutar el supuesto monismo fálico de los niños de ambos sexos, y en todo caso postular lo inverso, que todos los bebés hasta los dos años son prevalentemente niñas. Pero esta hipótesis sólo nos conduciría a una recaída en un biologismo de sentido contrario cuando lo que nos impresiona, en cambio, es el enorme poder que las actitudes, los comportamientos y las creencias de los padres tienen en el modelaje de la masculinidad y femineidad. El sistema biológico organizado prenatalmente en una dirección masculina o femenina es casi siempre insuficiente en los humanos para resistir la fuerza más poderosa del medio ambiente: "El primer objeto de amor, la madre".
Las evidencias sobre la organización temprana de la masculinidad y la feminidad en base a la poderosa acción del medio materno y familiar se presentan cada vez en forma más numerosa:
1.- Niños diagnosticados al nacer como hermafroditas desarrollan una «identidad hermafrodita» (es decir, durante toda la vida no saben si son hombre o mujer o si son ambas cosas), siempre que sus padres también abriguen dudas sobre el sexo asignado. Cuando no es así (aun ante la presencia de órganos sexuales externos ambiguos), el niño no duda en ser varón si al nacer se le asignó el sexo masculino. Esto ocurre independientemente de la presencia de anormalidades cromosómicas, gonadales o defectos hormonales;
2.- Transexuales hombres, como resultado de circunstancias posnatales, —una específica constelación familiar— presentan una feminización tan marcada que actúan como mujeres y demandan que su cuerpo se transforme en un cuerpo de mujer. No presentan ninguna anormalidad biológica.

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