Es injusto creer que las histéricas que se manejan con coquetería están prendidas al amor, éste tipo de mujer nada más desea agradar sin involucrarse sentimentalmente; enamoradas de sí mismas (narcisistas) tienen una apremiante necesidad que otros confirmen su propia opinión. Es muy sabido que este tipo de mujer no resulta fácil de conquistar, buscan la atención inmediata del hombre, quieren tener la firme convicción que se les desea, pueden guiñar los ojos, pero su cuerpo desean mantenerlo casto.
En la histérica se denota que estas mujeres no son felices más que si disponen de numerosas posibilidades porque se contentan únicamente con el coqueteo, huyendo de la realidad que implica el amor, el compromiso y por ende la sexualidad, por temor e inseguridad muchas veces de poner a prueba su capacidad para mantener ligado al hombre de su devoción de manera permanente, por lo que optan con la victoria de la escaramuza para estar seguras de escapar apresuradamente a la derrota en la lucha final.
Pero no hay ninguna mujer a quien le sea completamente extraña la coquetería. La porción de “salvajismo carnal” que dormita en toda mujer, se revela bajo diferentes máscaras, hasta en el esfuerzo por no agradar y por no renunciar a las victorias fáciles de la coquetería. Son estas mujeres las que, en la imaginación, hallan una compensación por la fría realidad; viviendo en el mundo de las novelas identificándose con la heroína, de la que comparten el destino, o bien construyen su propia novela. Muchas de estas mujeres se precipitan afanosamente en los deberes familiares, los quehaceres domésticos, los cuidados del hogar y de la educación de los hijos, se refugian tanto en sus vástagos, en los que ponen todas sus esperanzas, para de esta forma renovar así el juego de su vanidad.
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