A diferencia del miedo, en el cual existe la presencia de un peligro real, en la angustia es la percepción de un peligro interno la que desencadena la reacción, sin causa externa aparente; esto se debe, fundamentalmente, a la exigencia pulsional del Ello, en conflicto con una prohibición del Superyó. Lo que, en un principio, era conflicto entre las necesidades pulsionales del niño y las de los padres, se convierte, por interiorización, en conflicto entre las instancias del propio psiquismo.
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