El comportamiento infantil forma parte generalmente del repertorio natural de la mujer; por poner un ejemplo, la fémina se maquilla creyendo que se verá más atractiva, cuando en realidad y de manera inconsciente el maquillaje acentúa los rasgos infantiles: "Se polvorea el rostro para atenuar las imperfecciones de la piel, se colorean las mejillas, se exalta el color de los labios..." Todo esto con la finalidad de retornar a la imagen corporal de los primeros años de vida de la cual quedamos fascinados y que se encuentra profundamente grabada en el inconsciente, pero no por ello deja de causarnos efectos significativos en el presente.
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