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"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

viernes, 25 de noviembre de 2016

¿Por qué los sujetos siempre tienen las mismas experiencias amorosas desastrosas aunque se trate de diferentes parejas?

Pareciera existir una tendencia del sujeto por repetir las situaciones pasadas, aún cuando fueran dolorosas.
Esta tendencia a la repetición, actúa como una compulsión (esto es, que se trata de una repetición automática, que pareciera que no tiene conexión con las verdaderas exigencias de las circunstancias presentes). De acuerdo con las observaciones psicoanalíticas, se considera que ésta tendencia a la repetición es una tentativa para reparar de una u otra manera el trauma, retornando a la época en que todavía no se presentaba, o un intento por dominarlo adecuadamente en su repetición. En el mismo sentido sucede con los sueños repetitivos, es un intento análogo por dominar la situación, esto explica porque entonces soñando muchas veces la situación traumática, se trata de controlar las emociones que se produjeron en la experiencia real traumática.
Se ha llegado a la conclusión de que en el fenómeno de la transferencia* se acomoda perfectamente con la idea de la compulsión a repetir situaciones pasadas, lo que podría explicar tanto sus aspectos dolorosos como los placenteros. En la transferencia, el paciente repite las experiencias llenas de emoción de su niñez, buenas y malas, pero así mismo se observa en los sujetos que no sólo tienden a repetir en la transferencia las primeras situaciones de su vida, sino que en ellos existe también una tendencia general a repetir constantemente las condiciones de su vida anterior.
Así, por ejemplo, una mujer puede tener varias parejas amorosas que la han llevado a la desgracia cada uno de ellos, a pesar de las notables diferencias que existen en el carácter de cada uno de estos, y de la situación en general, la relación de pareja fracasa igualmente, infinidad de veces. Parece existir una repetición automática general en la conducta humana, particularmente en el comportamiento del neurótico. En síntesis, lo que se descubrió por medio del psicoanálisis fue el hecho de que la tendencia a repetir una situación pasada puede ser más poderosa que el “principio de placer”**. Parece existir siempre una repetición estricta en cuanto a situaciones pasadas, tanto agradables como desagradables.
Veamos por ejemplo lo que generalmente le sucede a una mujer que tuvo en su niñez un padre severo, al cual temió; regularmente tiende a relacionarse con hombres del mismo tipo que su padre, que la lleven por consiguiente al mismo efecto desastroso; esto es algo contra lo cual ella es al parecer impotente y está fuera de su alcance remediar.
Las normas primitivas del comportamiento, que se desarrollan como reacción al carácter del sujeto, intervienen de modo significativo en nuestra temprana niñez y por consiguiente tienen una influencia muy poderosa y de gran importancia; pero así mismo dichas normas se están modificando constantemente de alguna u otra manera, como resultado de las experiencias y de la interrelación que adquirimos con los sujetos que nos rodean, durante nuestra infancia y adolescencia principalmente.
Tomemos el ejemplo de un niño que ha adquirido una actitud sumisa y obediente como respuesta al carácter dominante de su madre. Esta tendencia a la sumisión hará que el niño se acoja siempre a la autoridad de las otros sujetos que le rodean; pero si algún profesor, el líder de su grupo de amigos o algún otro héroe de su niñez le manifiestan una actitud fundamentalmente contraria, esto hará que el niño cobre fuerzas para afirmarse en sí mismo y ante los demás, alterándose considerablemente su norma original de conducta provocada por su madre. Además, si las circunstancias le permiten adoptar una posición destacada entre quienes tienen su edad, puede desarrollarse en él una seguridad personal y una firmeza notable; en otras palabras, se transformará definitivamente su actitud original. Si, al contrario, la madre dominante sigue a un profesor autoritario y el niño se acobarda hasta temblar ante cualquier autoridad, y se intimida con los niños de su edad, el panorama de la personalidad resultará ser una norma repetida rígidamente. Lo que ha sucedido es que las experiencias posteriores de la vida han venido a reforzar la norma original de su conducta. Este niño encuentra una manera especial de proceder con el adulto importante, su madre. En un principio, ella constituye su experiencia interpersonal total, abarcando la totalidad de su mundo y no puede sino suponer que ésta es la manera como puede tratar a los demás sujetos con las que se relaciona, a menos que otras experiencias interpersonales diferentes logren enseñarle otra cosa. Este es un aspecto primordial de la formación de la actitud que tendrá a lo largo de toda su vida. Con esta actitud éste niño puede a su vez provocar en los sujetos que lo rodean tomen la misma manera de proceder de su madre, entonces el niño sumiso invita, así, a la dominación. Esto es, que su propio comportamiento es el que hace que otras personas que lo rodean también lo traten como su madre, resultando atractivo para los sujetos agresivos preponderantemente por lo que es atraído por ellos por lo que se repite automáticamente el modo anterior de reaccionar, hasta que se le induce algún cambio en la situación del carácter, por alguna experiencia afortunada que cambie la norma de comportamiento.
Las normas originales constituyen el meollo de la conducta subsecuente, pero éste meollo puede ser constructivo o destructivo, según sean las experiencias ulteriores de la vida, lo que significa que la tendencia a repetir es bastante rígida y que las configuraciones de la conducta no es un impulso congénito, sino el producto de las fuerzas intersubjetivas. Supongamos aquí, un ejemplo clásico, la actitud que toma una mujer resentida por haber sido “asediada por los hombres” durante su adolescencia hasta su edad adulta. Lo más razonable para ella sería tener confianza en sí misma para hacer frente a todas estas solicitaciones —pero esto muy rara vez sucede o se logra— por lo general en cada experiencia que se le suscita a lo largo de su vida en relación con los hombres que tratan de seducirla y allegársele lo más íntimamente posible, incluso los que tratan hasta de dominarla, provocan con ello que reaccione con una actitud de impotencia, entonces para los hombres que la acechan esto constituye una clara señal para entrar inmediatamente en acción. Ellas, por consiguiente, frecuentemente piensan con resentimiento que ese es su destino, un destino desgraciado en el que no pueden intervenir ni modificarlo de ninguna forma, llegando a la resignación y aceptación de su desgracia.
*Transferencia.- Desarrollo de una actitud afectiva por parte del paciente hacia el psicoanalista, en forma de reacción cariñosa (positiva) u hostil (negativa) que procede, en ambos casos, de relaciones anteriores del sujeto con uno o ambos de sus progenitores y no de la situación analítica actual.
**Principio de placer.- Aspecto o regulación automática de la actividad psíquica cuyo objeto es evitar el dolor y procurar el placer, se le considera característico de las fases primitivas del desarrollo humano.

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