Hace más de doscientos años el filósofo francés François-Marie Arouet, mejor conocido como Voltaire escribió:
"Te beso mil veces. Mi alma besa la tuya, mi ‹‹pija››, mi corazón están enamorados de ti. Beso tu lindo ‹‹culo›› y toda tu persona".
Sin duda alguna este escrito nos sorprende y nos deja pasmados. Obviamente es natural y propio de una gran tradición expresar la pasión amorosa epistolarmente, aunque tal vez no lo sea tanto entre filósofos. Pero no estamos acostumbrados a la manifestación franca de sentimientos obscenos, al menos entre personas "aparentemente respetables". Hemos aprendido que el erotismo puede insinuarse pero no declararse abiertamente en el lenguaje, al menos no en público o con sujetos desconocidos. Por ello la palabra pija o verga indudablemente nos conmueve de forma abrupta aunque no tanto como la palabra culo.
Las palabras obscenas no tienen generalmente cabida en la lectura de escritos serios y experimentamos una sensación de turbadora sorpresa, de malestar indefinido, de rechazo, tal vez de vergüenza y acaso... ¿también de un voluptuoso e intenso placer?
Existen otras palabras aceptadas, tal vez sea mejor decir toleradas, para mencionar partes impúdicas del cuerpo. Sustituyamos, entonces, ‹‹pija›› por ‹‹miembro viril›› y ‹‹culo›› por ‹‹trasero››, y releamos el texto así modificado: "Te beso mil veces. Mi alma besa la tuya, mi miembro viril, mi corazón están enamorados de ti. Beso tu lindo trasero y toda tu persona".
Hemos modificado sólo unas palabras pero la atmósfera de la antigua y genuina carta se ha esfumado. Ha perdido fuerza, intensidad, y sin duda, también su intensa voluptuosidad. Ya no nos perturba ni incomoda de la misma manera. Y obviamente no deja de ser curiosa esta transformación.
Las palabras miembro viril y verga como trasero y culo son sinónimos. Se refieren a las mismas partes de nuestra anatomía. No obstante es muy diferente nuestra valoración emocional de los distintos términos. Es más: verga y culo son palabras prohibidas. No pueden ser mencionadas en una conversación respetuosa, en la familia, en la escuela, etcétera. Tampoco impunemente reproducidas por los periódicos, la radio o la televisión.
Existen pues, palabras interdictas; sabemos de vocablos condenados. Hemos descubierto así, nada más y nada menos... ¡Palabras tabú en nuestro mundo civilizado! Y están al alcance de nuestros ojos y oídos sin necesidad de hacer ningún largo viaje a un país desconocido para visitar tribus milenarias ¡Con cuánta razón se ha dicho que lo último que descubriría el habitante del fondo del mar sería el agua!
Be First to Post Comment !
Publicar un comentario