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"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

domingo, 20 de noviembre de 2016

¿Por qué el hombre desea hacer el amor a su partenaire cuando se encuentra agobiada?

Sigmund Freud estipula: "En la fase del complejo de Edipo normal encontramos al niño tiernamente prendado del progenitor de sexo contrario, mientras que en la relación con el de igual sexo prevalece la hostilidad. No tropezamos con ninguna dificultad para deducir este resultado en el caso del varoncito. La madre fue su primer objeto de amor; luego, con el refuerzo de sus aspiraciones enamoradas, lo sigue siendo, y a raíz de la intelección más profunda del vínculo entre la madre y el padre, este último no puede menos que devenir un rival".
Aparente linealidad que emplaza al padre en el lugar del rival, cuando, por otra parte, las mociones amorosas hacia éste definen el camino de la identificación. Mociones, por otro lado, no sólo amorosas sino también eróticas, que deben también sublimarse para lograr la identificación adecuada, y sin cuya base sería impensable que esta última pudiera producirse. Sin embargo, un tercer tiempo debería ser introducido entre la identificación de género, que da los atributos respecto a la bipartición identitaria, y la identificación al Superyó paterno residual a la prohibición del incesto (etapa edípica), ya que en este tiempo se encuentra la articulación que permite el ejercicio de la masculinidad. Se trata de retomar seriamente la diferencia para la constitución de la masculinidad entre el objeto valorizado de la diferencia anatómica —que conlleva el investimiento fálico del pene— y su función genital como órgano de potencia que remite al ejercicio de esta masculinidad más allá del carácter biológico de su existencia anatómica, como objeto a ser ofrecido y no sólo a ser exhibido.
La oferta de pene como objeto de completud, que el hombre realiza no necesariamente a una mujer (ya que esta ofrenda puede ser brindada a otro hombre), pone de relieve precisamente que no es la llamada castración de algo en lo real aquello que está en juego, sino el deseo de brindar el objeto de placer y de potencia.
‹‹Un malentendido que se produce con frecuencia es que la mujer se siente incomprendida cuando, estando deprimida o angustiada, su partenaire en ese momento desea hacer el amor con ella; en consecuencia ella le reprocha no tener en cuenta sus sentimientos o estado de ánimo sin comprender que, en muchos casos, su pareja pretende darle lo único que puede ofrecer, investido el pene como un don capaz de colmar todas las falencias. Algunos podrán considerar que esto confirma su posición crítica respecto a la vanidad masculina: "Claro, es indudable, el hombre piensa que tiene lo mejor del mundo...". Este reproche es tan absurdo como decirle a una mujer que pretenda calmar con su pecho a un bebé que llora, desconociendo la causa que provoca su sufrimiento, que sólo la soberbia la conduce a esa acción››.

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