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"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

martes, 14 de noviembre de 2017

​Primero las mujeres, Casanova.

“La seducción es un reto a la inteligencia y a los sentidos que se agota en sí misma; la conquista tiene siempre que tener desenlace, un éxito o un fracaso”. Javier García Sánchez.

Jacobo Casanova no necesita estar enamorado para sentir un deseo apremiante, la sola proximidad o posibilidad de una aventura erótica le inquieta y le enciende la imaginación con ese placer que ya bien conoce; por ejemplo cuando Casanova se dirige a Nápoles para un asunto urgente de negocios, en su camino, en una hospedería, en una habitación por la que pasa, ve a una mujer hermosa —mentira— ni siquiera sabe si es hermosa, pues no la ha observado todavía porque la cubre los cobertores de la cama; pero ha oído una risa, una risa de mujer, y con eso es más que suficiente. Con olfato de sabueso la huele, mientras su imaginación se expande vertiginosamente en fantasías voluptuosas.
Nada sabe de ella: si es o no encantadora, atractiva o desagradable, soltera o casada, joven o vieja y, sin embargo, arroja ya su maleta bajo la mesa, hace desenganchar los caballos y se hospeda ahí mismo, «porque ya está enloquecido por la probabilidad, aunque minúscula, de una posible aventura».
Y así se comporta todo el tiempo y en cualquier lugar: tan insensatamente, dejando a un lado todos sus compromisos importantes por una mujer. Siempre está dispuesto a nuevas aventuras por pasar una noche o unas horas con cualquier fémina desconocida. Cuando desea no repara en el precio, ni en el tiempo, donde quiere conquistar no teme al rechazo, ni a la resistencia de la mujer. La pasión lo embriaga y sus efectos lo sentirán perfectamente cada una de sus partenaires.


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