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"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

martes, 14 de noviembre de 2017

​La importancia de la Etapa Oral de la infancia y sus consecuencias en la vida adulta.

“La madurez del hombre es haberse reencontrado, de grande, con la seriedad que de niño tenía al juzgar”. Friedrich Wilhelm Nietzsche.

La etapa oral de la primera infancia es una posición caracterizada, no sólo por tomar, sino también por incorporar o internalizar.
El reestablecimiento regresivo de la actitud oral temprana parecería ser rápidamente provo­cado por una situación de frustración emocional en la que el niño llega a sentir que su madre no lo quiere genuinamente por él mismo como persona, y también que el amor que expresa por su madre no es realmente valo­rado y aceptado por ella. Esta es una situación severamente traumática que da lugar a una posición donde el infante llega a considerar a su madre como un objeto malo en la medida en que no parece amarlo, y que se mantiene indiferente hacia él. Así como el niño llega a considerar las expresiones exteriores de su propio amor como malas, con el resultado de que, en un intento de mantener su amor tan bueno como es posible, tiende a retenerlo dentro de sí. Además llega a sentir que las relaciones de amor con objetos externos en general son malas, o por lo menos bastante arriesgadas para expresarse.
El resultado concreto será que el niño tiende a transferir sus relaciones con sus objetos a su realidad interna. Este es un lugar en el que su madre y el pecho ya han sido instalados como objetos internali­zados, bajo la influencia de situaciones de frustración durante la tem­prana fase oral; y bajo esta influencia y acontecimientos traumáticos posteriores, la internalización de los objetos es luego utilizada como técnica defensiva. Este proceso de internalización no está promovido, sino insti­gado, por la naturaleza misma de la etapa oral, ya que el fin inherente al impulso oral es la incorporación.
Esta incorporación es obviamente al inicio, una incorporación física, pero debemos creer que el estado emocional que acompaña los impulsos incorporativos tiene en sí mismo una coloración incorporativa. De ahí que cuando ocurre una fija­ción a la etapa oral temprana, la actitud incorporativa se entrelaza inevita­blemente en la estructura del Yo. En el caso de sujetos con un com­ponente esquizoide en su personalidad —de acuerdo con este planteamiento—, hay una gran tendencia a que el mundo externo extraiga su sentido demasiado exclusivamente del mundo interno.
En sujetos con diagnóstico de esquizofrenia esta tendencia puede llegar a ser tan fuerte que la distinción entre realidad interna y externa es casi inexistente o demasiado difusa. Aparte de esos casos extremos, existe una tendencia general por parte de los sujetos esquizoides a acumular sus valores en el mundo interno. No sólo sus objetos tienden a pertenecer al mundo interno más que al ex­terno, sino que tienden a identificarse a sí mismos fuertemente con sus objetos internos. Este hecho contribuye esencialmente a la dificultad que experimentan para dar afectivamente y vincularse con el otro. En el caso de sujetos cuyas relaciones objetales están predominantemente en el mundo externo, dar tiene el efecto de crear y fortificar valores, y de promover​ el respeto por sí mismos; pero en el caso de sujetos cuyas relaciones objetales están predominantemente en el mundo interno, dar tiene el significado de rebajar valores, y de disminuir el respeto por sí mismos. Cuando estos sujetos dan, tienden a sentirse empobrecidos, porque cuan­do brindan, es exclusivamente a expensas de su mundo interno.
Podemos ejemplificar esto con la mujer embarazada que siente una exacerbada ansiedad por el parto, para ella el alumbramiento significa no tanto ganar un hijo, sino perder cierto tipo de contenido, con el vacío resultante; en algunos casos el profundo rechazo a separarse de sus contenidos origina un parto con graves complicaciones. En estos casos, por supuesto, se trata realmente de separarse de contenidos corporales, pero un fenómeno análogo pero de una connotación psíquica lo podemos observar en el artista, sea un pintor o escritor, que inmediatamente de terminar su obra se siente, no con la idea de haber creado sino haber perdido algo de sí mismo, y de haber perdido la obra su valor, una vez concluida. Este fenómeno explica ampliamente los períodos de esterilidad y descontento que siguen a los períodos de actividad creati­va en el caso de ciertos artistas.
Para mitigar la sensación de empobrecimiento que sigue al dar y crear, el sujeto esquizoide emplea a menudo una interesante defensa. Adopta la actitud de que lo que ha dado o creado no tiene valor. Así el artista pierde interés por cada obra terminada y se convierten en vana mercancía, o incluso es confinada en el sótano.
En la misma forma, las mujeres con personalidad esquizoide pierden todo interés por sus hijos luego de haber nacido. Por otra parte, una forma de defensa completamente opuesta contra la pérdida de contenidos, el sujeto puede intentar preservarse a sí mismo con­tra la sensación de pérdida tratando lo que han producido como si aún formara parte de sus propios contenidos. Así, lejos de ser indiferente a su hijo luego de que éste ha nacido, una madre puede seguir considerán­dolo como a sus propios contenidos y sobrevalorarlo por esto. Estas ma­dres son indebidamente dominadoras con sus vástagos e incapaces de posicionarlos como un sujeto separado e independiente, con graves consecuencias para su desarrollo psíquico. En forma similar, aunque con resultados menos penosos, un artista puede defenderse de la sensación de perder sus con­tenidos, persistiendo en considerar sus cuadros como su propia posesión, en un sentido no realista, incluso luego de que han sido comprados por los coleccionistas.




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