Desde la infancia el hermano puede tornarse para ella, el símbolo masculino por cuyo amor vale la pena aceptar todas las desventajas y los riesgos aunados a la feminidad.
Así, en la formación psicosexual en general, y erótica en particular de la mujer, la figura paternal masculina juega su rol con varios papeles. Ligado con los rasgos del hermano o quien lo reemplace (primo o amigo de su misma edad) el papel del compañero a medida de la niña, que en muchas ocasiones se presenta como su único iniciador a la sexualidad objetal infantil.
Posteriormente del sueño de la “Bella Durmiente del Bosque” metafóricamente hablando, del período de latencia, aparecerá el novio o el esposo (desflorador) con la misión de iniciar a la mujer en la sexualidad femenina adulta.
Las vivencias de la primera infancia de la niña durante el Complejo de Edipo intervendrá primero la madre, luego el padre y los hermanos quienes marcarán cada uno su impronta en ella. No obstante, el último toque de su psicosexualidad de la mujer será dado por la primera pareja que la desflore.
He aquí entonces a la joven a manos del desflorador. La tarea de éste último no siempre es fácil si es que lo lleva con responsabilidad. El dolor que implica la primera o primeras penetraciones no siempre es tolerado por la mujer, y si el dolor no es demasiado intenso, puede ser favorable a la actitud masoquista erógena, tal como debe ser la de la mujer en el acto sexual. De una manera u otra, una vez desgarrado el himen, el partenaire tiene la vía libre en su papel de iniciador. Si por su constitución demasiado bisexual, agravada por la manera como vivió su Complejo de Edipo (fijación en el clítoris, rebelión contra el padre y rechazo de la vagina) los esfuerzos más tiernos que ponga en marcha el hombre, serán vanos por el muro impuesto por la mujer. La adaptación al coito no se realizará; la fémina sólo será sensible a las caricias externas. Pero si ella tiene las características adecuadas de la erogeneidad de la vagina aunada a la conservada por el clítoris, el rol del desflorador, del último escultor de la “estatua femenina” puede ser decisivo.
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