Social

"Si llega inadvertidamente a oídos de quienes no están capacitados ni destinados a recibirla, toda nuestra sabiduría ha de sonar a necedad y en ocasiones, a crimen, y así debe ser". Friedrich Wilhelm Nietzsche.

martes, 14 de noviembre de 2017

​Las repercusiones del dolor profundo y continuo en la infancia.

Probablemente las conductas extremadamente contradictorias e inconfiables de la madre refuercen el extremo psicopático del espectro del odio en el hijo durante la primera infancia, al permitir la interpretación de esas conductas como una traición perpetrada por el objeto potencialmente bueno (madre), que entonces se convierte siempre en impredecible y abrumadoramente malo.
La identificación con un objeto que traiciona abre los caminos para una destrucción vengativa de todas las relaciones objetales en la edad adulta. Seguramente ahí reside la fuente última del impulso paranoide por traicionar (Edith Jacobson).
La conducta de apego más severamente psicopatológica ha sido descrita en infantes cuya conducta de la madre combina el abandono, la violencia, el caos y una hiperestimulación irritante, junto con la frustración crónica (Selma Fraiberg).
Otto Kernberg he señalado que la inclusión de un componente agresivo de la excitación sexual (la implicación agresiva del penetrar y ser penetrado) es un medio para incorporar la agresión al servicio del amor, utilizando el potencial erógeno de la experiencia del dolor como aporte crucial a la fusión gratificante con el otro en la excitación sexual y el orgasmo. Esta capacidad normal para transformar el dolor en excitación erótica se malogra cuando la relación madre-infante se ha caracterizado por la agresión severa y prolongada, y probablemente constituye un puente crucial hacia la excitación erótica de inducir sufrimiento a otros, lo que consolida las características placenteras (Goce) del odio sádico. Si, al mismo tiempo, como lo han postulado Karl Müller- Braunschweig y Michel Fain, las actitudes alternantes de estimulación y repliegue eróticos de la madre respecto del infante constituyen la base de la identificación inconsciente de éste con una progenitora irritante, y en el proceso activan su propia excitación sexual como afecto básico, entonces la madre cuya conducta incluye la irritación exagerada del infante puede orientar particularmente el odio de éste hacia las perversiones sadomasoquistas. En términos más generales, provocar un dolor profundo y continuo en el infante suscita primero la ira, y después, en virtud de los mecanismos mencionados de identificación y transformación, el desarrollo de odio. Así, como lo ha propuesto Carl M. Grossman, el dolor a través de una serie de transformaciones intrapsíquicas, puede conducir a la intensificación de la agresión con su respectiva psicopatología.


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